El diario plural del Zulia

El verdadero Cristo, por Jorge Sánchez Meleán

Cuando el año concluye, todo cristiano debe volver su mirada a Cristo. Antes de hacerse presente entre los hombres, su persona fue preanunciada por paganos y profetas. No lo fueron Buda, Mahoma o Confusio. Cristo fue preanunciado por Tácito, Seutonio, Esquilo, Cicerón, Virgilio, Platón y Sócrates, además de los profetas del Antiguo Testamento. Como lo anunció el profeta Miqueas, 500 años antes, Cristo Jesús vino al mundo en Belén de Judá, no como un hombre entre los hombres, sino como Dios y hombre entre los hombres. Dividió a la historia en dos mitades.

Mientras otros mensajeros de Dios vinieron al mundo para vivir, Cristo vino para morir. El gran obispo F. Sheen expresa en libro memorable, que: “Pocas palabras o acciones suyas resultan inteligibles si no se hace referencia a la cruz”. En Cristo entonces, “primero fue su muerte y luego fue su vida”. Fue de lo conocido a lo desconocido, de la razón de su venida como Jesús el Salvador, a la consumación de su venida, su muerte en la cruz. El pesebre y la cruz se hallan entonces en los extremos de la vida del Salvador.

Nació en el pesebre porque no había sitio para él en la posada, y murió en la cruz porque la gente no quería “por rey a ese hombre”. Se demostró que la Divinidad se encuentra siempre donde menos se espera encontrarla. En Belén, como en el mundo de hoy, solo los humildes de espíritu pudieron y pueden reconocerle. Como lo dice Sheen, “Solo dos clases de personas encontraron al niño: los pastores y los magos; los sencillos y los doctos; aquellos que sabían que no sabían nada y aquellos que sabían que no lo sabían todo”.

En estos momentos tan difíciles en que vivimos, con gran humildad los cristianos debemos buscar a Cristo, en el pesebre pero con su cruz, pues la cruz sin Cristo de los que pregonan ser “revolucionarios” es sacrificio sin amor; y el Cristo sin cruz de la civilización materialista postcristiana, queda reducido a una fraternidad sin lágrimas. Debemos buscar entonces al verdadero Cristo: al que reconcilió al mundo con Dios. Solo así tendremos unas Felices Pascuas y podremos prepararnos adecuadamente para enfrentar los grandes retos que nos depara el año que se aproxima.

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