El diario plural del Zulia

Venezuela se respeta, por Hugo Cabezas

Partamos de una verdad irrefutable: nadie actúa contra otro, sea persona o institución, si no tiene un interés que lo conduzca a actuar de esa manera. En otras palabras, no lo hace por un simple gusto. Aunque, si bien es cierto que, perdemos nuestra inocencia desde el mismo momento en que abrimos los ojos; también es cierto que, nadie nace dotado del “don” de la maldad, de la perversidad. Alguien podrá decirme que Almagro es la excepción.

No lo creo. Aunque siendo como soy, un lector asiduo del Cisne Negro de Nassim Nicholas Taleb, ya que su teoría de lo imposible me apasiona, lo digo con absoluta convicción: no lo creo. Ya que, como es natural, me cuesta pensar que Luis Almagro pueda derrumbar una teoría tan bien fundamentada como la de Nassim. Usted, mi estimado lector, dirá Hugo, te estas contradiciendo, la semana pasada dijiste que Almagro era la reencarnación de Me stófeles. Lo mantengo. De eso no tengo ninguna duda. Pero de allí a afirmar que Dios lo creó como un ser malo, la cosa se me complica. Dios es el bien.

Si hacemos un ejercicio retrospectivo, de la actuación contra Venezuela de los dos últimos secretarios generales de la OEA, llegamos a la conclusión de que José Miguel Insulza y Luis Almagro, lo han hecho movidos por el interés de ser presidente de sus países, para lo cual, consideran imprescindible ganarse el favor del Imperio. Se me dirá que están en su derecho. No lo niego tampoco. Pero, a lo que no tienen derecho es a hacerlo colocando la OEA en contra de Venezuela.

Sobre la OEA, es verdad que, es una institución heredada de la guerra fría, que no tiene hoy vigencia, que su funcionamiento no se corresponde con las exigencias que demanda un hemisferio tan cambiante como lo es América. Y es que, ningún organismo salido de ese oscuro período de la historia de la humanidad, tiene vigencia. Pero, tampoco sigue siendo el sindicato de colonias que fue. Consciente estoy de lo polémica que puede ser esta afirmación.

Pero, seguir diciéndolo de manera tan taxativa, sería negar el éxito de nuestra política internacional. Durante estos diecisiete años, de revolución bolivariana, hemos derrotado todas las conjuras que los gobiernos de Estados Unidos han planificado contra nosotros. La Carta Democrática Interamericana tiene sentido porque fue Venezuela quien le imprimió un carácter distinto a la democracia. Diecisiete años tenemos diciendo en ese organismo que democracia sin justicia social no es democracia.

Fue por nuestra iniciativa, y producto de un largo esfuerzo de discusión, que se aprobó la Carta Social de las Américas. Ha sido por Venezuela que los conceptos de soberanía y libre determinación de los pueblos, adquirieron el valor de principios. Ha sido por Venezuela que los derechos humanos, no son solo los políticos y civiles; sino que, unidos a ellos, al igual que ellos, los derechos económicos, sociales y culturales, también son derechos humanos, porque en definitiva los derechos humanos son indivisibles e inalienables.

Haber iniciado en América una discusión sobre la democracia, de concebirla como una forma de vida, en donde el ser humano viva como humano, en donde impere la justicia social, es lo que los gobiernos estadounidenses no nos han perdonado, ni nos perdonan y, seguramente, no nos perdonarán. Y durante estos diecisiete años han tenido su Me stófeles.

Gavidia, Insulza y Almagro, no han hecho otra cosa que poner en práctica todo tipo de acción antidemocrática para derrocarnos. No lo han logrado. Ni lo lograrán. Somos una Patria inundada de dignidad. Por eso le decimos al imperio y sus secuaces criollos: ¡Venezuela se respeta!

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