El diario plural del Zulia

Venezuela reclama más pan y menos circo, por Werner Gutiérrez Ferrer

Los venezolanos no solo somos “hijos del maíz y la yuca”, sino también del trigo. Este grano está ubicado entre los cinco alimentos de mayor consumo en nuestro país, de ahí las molestias generadas por la escasez de este cereal en estos últimos meses.

Diversas iniciativas han surgido para sustituir el uso del trigo en la elaboración de pan y pastas alimenticias por harina de yuca, arroz, entre otros. Sin embargo solo han servido para “alimentar el circo” y el derroche de recursos, pero no para la “multiplicación de los panes”, alternativas que en Colombia y Brasil si se han implementado con notable éxito.

Entre las posibles soluciones a la demanda de 1.200.000 toneladas de trigo por año no es descartable en el mediano plazo pensar en reiniciar en el país un programa para la producción comercial de trigo dentro de nuestras fronteras agrícolas.

Durante la colonia nuestro país logro ubicarse como exportador de una harina de trigo rudimentaria denominada “la harina de la tierra” producida a partir del grano cosechado en siembras en los Andes, Lara y la cordillera del Litoral. Para el año 1950, se registra la producción de 5.369 toneladas de trigo, producidas en 13.063 hectáreas en Mérida, Táchira y Trujillo. Sin embargo, basados en la abundancia de las divisas petroleras, se optó por convertirnos en un país cien por ciento dependiente del mercado externo, dejando de lado promisorias investigaciones que a partir de la introducción en Venezuela de materiales mejorados, se lograron bajo condiciones experimentales alcanzar rendimientos de 3.000 kilogramos de trigo por hectárea.

En los últimos años se han realizado ensayos muy promisorios con un material genético tropicalizado. Considero necesario el continuar con estas investigaciones, evaluando épocas de siembra distintas, e introducir nuevos materiales. Para ello, debe comenzarse por reformular la reciente promulgada Ley de Semillas, la cual impide el uso de herramientas biotecnológicas en el mejoramiento de cultivos y la traída de semilla de otros países.

Venezuela no puede seguir distraída en faraónicos y demagógicos anuncios gubernamentales, nuestro pueblo exige “mas pan y menos circo”. No debemos seguir dejando la alimentación de 30.000.000 de venezolanos soportada en las importaciones agroalimentarias. Tenemos que dedicarnos a fundar un nuevo país agrícola capaz de garantizarle los alimentos a nuestra población con productos cosechados dentro de nuestras fronteras.

Estoy convencido que las potencialidades agrícolas de nuestra Venezuela son tan infinitas como el paisaje llanero. ¡Sí se puede!

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