El diario plural del Zulia

Venezuela, la gallina de Stalin, por Francisco Finol Balzán

“Stalin les recibió y sin mediar palabra los llevó al patio de su casa en una fría y ventosa mañana de invierno; agarró una de las gallinas que deambulaban por allí y procedió cruelmente a arrancarle todas las plumas. Luego puso al animal en el suelo y exclamó: “ya eres libre”; todos sus colaboradores pensaron que la gallina saldría huyendo espantada después del brutal acto, pero el ave, con la piel amoratada debido al frío siberiano,  al dolor causado por el suplicio y hambrienta, no hizo otra cosa que pegarse a los zapatos de su torturador,  restregarse  con la tela de sus pantalones, y picotear el trigo que caía de la mano de aquel hombre”

Stalin les explicó que el ejemplo representaba la base para controlar al pueblo: “Igual que la gallina, el pueblo humillado y hambriento se postraría ante él suplicando sobrevivir cuanto más lamentables fueran sus condiciones de vida en un escenario de terror”.”

No sabemos a ciencia cierta si dicha anécdota es verídica ni conocemos su origen. Sabemos muy bien que alrededor de figuras tan prominentes se tejen cualquier cantidad de historias, leyendas y mitos que caricaturizan los rasgos principales de su personalidad. Otra cosa que sabemos a ciencia cierta es la aplastante lógica política contenida en este relato. Cómo un individuo (en este caso la gallina) puede ser maltratado, llevado al extremo de la agonía, pero al verse desprovisto de alternativa para cobijarse, protegerse y alimentarse, recurre al malvado perpetrador, al victimario, pues es quien únicamente tiene la posibilidad de proporcionar.

He ahí el detalle: es cuestión de alternativas. Lo mismo aplica para las sociedades como bien decía Stalin. Consiste en sofocar todas las alternativas posibles: alimento, resguardo, protección. Esto va aun más allá: consiste en inocular en el individuo la incapacidad de concebirse a sí mismo como alguien capaz de proveerse lo necesario para cubrir sus necesidades más básicas; una indefensión aprendida. Al ser ellos, el Estado, el único que puede proveer, pueden convertir a las personas en dependientes totales. En estos casos el mismo Estado a través de su poder ejecutivo totalitario, deliberadamente emprende un proceso sistemático donde asfixia todas las vías de escape a ellos. Deja sin alternativa de manutención y refugio, convirtiendo a la población en poco más que un rebaño.

A lo largo de los años este sistema ha sido copiado por ciertos malvados que han dejado su huella,  profunda y dolorosa, la cual queda arraigada en el imaginario colectivo, también en los cementerios y más allá de las fronteras propias. El caso venezolano, fácilmente cabe dentro la lógica de este relato stalinista.  Venezuela ha sido en los últimos 100 años un país casi totalmente monoproductor, o debo decir extraccionista, de petróleo y desde 1976 la empresa que alberga el monopolio de la exploración, explotación, transformación y exportación de éste elemento es la estatal PDVSA, la cual  además, ha estado sujeta a un estricto control por parte del ejecutivo central, manejada casi como un ministerio. ¿Qué nos quiere decir este detalle? pues básicamente que el Estado no sólo tiene el monopolio legítimo de las armas y la violencia, sino que también casi completamente el económico.

Venezuela está en una crisis agro-alimentaria, una profunda escasez de comida, esto no es un secreto para nadie, independientemente de la surtida galería de aparentes culpables, el aparato productivo nacional ha sido desmantelado, destruido. El gobierno central encabezado por el difunto Hugo Chávez entre 2007 y 2010  desarrolló una política de expropiaciones, que no fueron más que vulgares robos, y además crímenes de lesa patria, pues han atentado (y el tiempo lo ha demostrado) contra  la seguridad alimentaria de millones de venezolanos. Especialmente ha tenido una afectación cuyo impacto ha sido poderosísimo sobre la población del país y en especial de los sectores con menos recursos.

La crisis se ha visto arreciada en el periodo 2012 – 2016, ya que la actividad agrícola ha bajado un 9,76% y sólo la de 2016 con respecto al año anterior un -5% esto según informaciones de Ecoanalítica. Parafraseando al Ing. Agr. Werner Gutiérrez, Ex Decano de la Facultad de Agronomía de LUZ: este año, todo el sistema agropecuario venezolano empeorará.  Si para el año pasado la producción nacional, solo  cubrió 30 % de la demanda interna de alimentos, los resultados catastróficos que se proyectan para este año, nos hacen predecir que solo será posible satisfacer entre un 20 a 10 %. Con tal escenario el país necesitará aproximadamente de 13 a 14 mil millones de dólares para importaciones agroalimentarias si pretende cubrir las necesidades de la ciudadanía, sin embargo, según algunas empresas consultoras, la nación dispondrá de una cantidad menor a los 10 millardos para cubrir la totalidad de las importaciones del presente año. Léase bien “la totalidad de las importaciones” es decir, que si sólo para cubrir la demanda de alimentos se necesita 13 o 14 millones de dólares y solo disponemos de 10 para todo aquello que en Venezuela se exporta, (lo cual es casi todo) entonces saquen las conclusiones de cómo se atisba el 2018.

Todo esto aunado al tema del control cambiario cada vez más restringido y restrictivo, que vuelve tan inaccesible para los empresarios y la población en general todo lo que fuera de nuestras fronteras se produce y que pone bajo control del ejecutivo central la mayor cantidad de divisas, ajustadas a un cambio preferencial artificial. Sujeta a todos los otros elementos que hacen vida en la sociedad, a competir por una cuota de dichos dólares, la cual es entregada arbitrariamente. Por otra parte esto junto a la destrucción de la producción nacional ha convertido al gobierno en el principal proveedor de alimentos a la población y éste ha hecho esfuerzos para hacer una especie de “apartheid alimentario” a través de la creación del llamado Carnet de la patria y las CLAP (Comité Local de Abastecimiento y Producción).

El primero se refiere a un documento de identificación proporcionado por el gobierno, de tal manera que el acceso a diversos servicios públicos prestado por éste sea mediante la presentación del documento, el cual, por otra parte está directamente ligado a la asociación del partido de gobierno o la administración pública. El segundo se refiere a un sistema de distribución de alimentos “regulados” puerta a puerta, de “cada hogar venezolano”. Juntos  y funcionando podrían ser un perfecto sistema de segregación: sólo accede al alimento aquel y solo aquel que me apoye.

Esta situación ha dejado a la sociedad venezolana en una carestía de casi todo. Existe en el país una crisis humanitaria, principalmente en los medicamentos y en la comida, los rubros más básicos, y no parece haber intención por parte del Ejecutivo central en solucionar o buscarle una vuelta a esta situación, sin mencionar la violencia con la cual arremete contra aquellos que difieren y que la solución que aparentemente le busca dar a toda esta hecatombe es una nueva constitución. Estos hechos han venido dejando a la sociedad venezolana sin alternativas. Sería de terquedad supina no reconocer que la intención primordial de este régimen es permanecer el mayor tiempo posible en el poder, a través de la eliminación sistemática de alternativas de cualquier índole, que la gente para todo, a pesar del enorme esfuerzo que esto requiera, tenga que depender exclusivamente de ellos. Parece ser un esfuerzo orquestado en aras de mantener el control total, de subsumir y soterrar la voluntad de una ciudadanía, poniéndola al nivel de una irresoluta y pusilánime gallina la cual no concibe más opción que refugiarse en su propio maltratador.

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