El diario plural del Zulia

Venezuela entre kakistocracia y sofocracia, por Ángel Rafael Lombardi

Nicolás Maduro (1962) fue diputado electo en la Asamblea Constituyente, no solo una vez, sino dos veces (2000 y 2005), además de líder fundador del MVR y PSUV, luego, ostentó la Presidencia de la Asamblea Nacional; Canciller de la República; Vicepresidente Ejecutivo; y finalmente, Presidente de Venezuela. ¿Cómo un “diente roto” (Pedro Emilio Coll, 1872-1947) logró tanto desde sus muchas limitaciones? Es inevitable no recordar al actor, Peter Sellers (1918-2002) en la película: Desde el jardín (1971), donde un opaco e ignorante hombre, elegantemente ataviado, se hizo pasar como un sabio poniendo en evidencia la super cialidad de quienes le rodeaban. Algo parecido, lamentablemente, nos está pasando con Maduro.

Si algo les preocupó en demasía a los griegos antiguos fue el poder y los sistemas políticos que derivaban del comportamiento de sus líderes en directa relación con el bienestar de los dirigidos. Haciendo una taxonomía sencilla nos encontramos que la Aristocracia es el gobierno de los mejores, y que la mayoría confunde con el de los más ricos: plutocracia. La democracia viene a representar el gobierno del pueblo, de los demagogos y populistas. La tiranía: el gobierno de uno solo, que bien puede ser positivo o negativo de acuerdo a las cualidades del Príncipe o Rey. Y la kakistocracia: el gobierno de los más malos, de los peores o mediocres.

En el caso venezolano, a lo largo de nuestra historia, hemos tenido una gran debilidad por la “kakistocracia”, por dejarnos mandar por gente mediocre, sin dotes gerenciales de ningún tipo, y mucho menos, con la debida formación intelectual, académica y humana que se requieren, y más hoy, en un mundo interconectado por la tecnología, y que cualquier pi a, es conocida de inmediato. Con Maduro, la kakistocracia ha llegado a niveles dramáticos e inaceptables. Lo que para muchos fue una virtud: la de tener un Presidente obrero, hoy, luego de tantas erráticas ejecuciones, ya no hace ninguna gracia. Es más bien un pesado lastre. Por algo, dos millones de compatriotas, han decidido huir del país.

Dice Confucio (551 A.C.-479 A.C.): “Solo cuando el príncipe sea el primero en practicar las virtudes podrá exigir a los demás que sean virtuosos. Si el príncipe no posee ni practica las virtudes no podrá exigir que sus siervos las practiquen”. En definitiva, hoy Venezuela, está apostando por una salida de Maduro, vía Constitución, por las buenas y sin mayores traumas. Lo sensato es aspirar de una vez por todas a favor de la Sofocracia: el gobierno de los más sabios, de los mejores. Ni el más fuerte, ni el más rico, ni el más popular, solo los más capaces. Axioma este que practican hoy la mayoría de las naciones más ricas y estables del planeta.

El problema de fondo de la política y del ejercicio del poder en la Venezuela de hoy, es como evitar que el gobernante no atente contra el bienestar de sus dirigidos a través de malas decisiones o usurpando la “soberanía popular” con arrebatos delirantes de una grandeza falsa que confunde con privilegios, y lo que es peor, con el endiosamiento propio y la aspiración de perpetuarse en la cima del poder menoscabando la legalidad preexistente.

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