El diario plural del Zulia

Una luz de esperanza en la oscuridad, por Jesús Salom

Llegamos a la época del año en la que damos rienda suelta a nuestras emociones y sentimientos más sublimes. Es el tiempo de dejar salir a ese niño que encerramos en nuestro interior y disfrutar con intensidad de unas fiestas que, de hecho, están dedicadas a los más pequeños de cada casa sobre la faz de la Tierra. Pequeños representados en un infante que nacido en un humilde pesebre vino al mundo para salvar a la humanidad con su mensaje de amor, perdón, reconciliación y paz. El niño Dios que cambió el sentido de la vida y con cada nacimiento que se representa nos convoca a reafirmar la fe y celebrarlo como un canto a la esperanza; a ese permanente renacer del ser humano, que es la vida.

Es un tiempo para la reflexión, para el recuento y la rendición de cuentas de un año próximo a finalizar. Un periodo para el cierre de ciclos. El 2016 fue un año para el olvido; perdido entre diatribas políticas, políticas públicas inefectivas y complejos problemas estructurales y coyunturales desatendidos por las luchas de poder. Con la producción y productividad hundidas en un abismo de desolación y una política económica y monetaria causal de angustias y depauperación de la calidad de vida del venezolano que, asombrado, acusó el impacto de una economía fuera de control.

La universidad autónoma y hablo de la Universidad del Zulia en particular, sobrevivió a una escalada represiva sin precedentes. Cortado y recortado el proyecto de presupuesto presentado ante el Ejecutivo nacional. Sin más aliciente que su férrea voluntad para superar sus angustias, miedos y decepciones, vivió intensas luchas por mantener su autonomía, seriamente golpeada, y cumplir su misión social; por el rescate de su democracia mediante el derecho a elegir y nombrar sus autoridades.

También vivimos jornadas de dolor y pesar. Con apenas pocos meses de diferencia asistimos a la desaparición física del alma y vida de nuestro Vicerrectorado Administrativo, la querida y recordada María Guadalupe Núñez de Parra, mujer de aquilatados valores humanos, institucionales y académicos; y del rector (2004- 2008) Leonardo Atencio Finol quien estuviera a cargo del VAD en el período 2000-2004. Más adelante la muerte continuó su ensañamiento con importantes figuras académicas, entre ellas destaco las de Antonio Castejón, José Colina Chourio y Darío Durán, exdecanos de las facultades Experimental de Ciencias, Medicina y Humanidades y Educación, respectivamente. Pido a Dios por su eterno descanso.

 

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