El diario plural del Zulia

Una farsa de diálogo, por Jorge Sánchez Meleán

El régimen de Maduro en su desespero existencial, pretende utilizar a un órgano ilegitimo y fraudulento, cuyas actuaciones son inexistentes por usurpación de funciones, para instaurar un diálogo en materia económica, dictar medidas que atiendan la crisis e incluso invocando sus falsos poderes plenipotenciarios, dictar actos de facto que deroguen la Constitución Económica vigente.

El país no logra entender, que mientras la economía se derrumba y con ello el bienestar y la tranquilidad de los ciudadanos, un cuerpo ilegitimo de medio millar de militantes del PSUV, pierda su tiempo persiguiendo adversarios, impidiendo unas libres elecciones regionales o legislando sin competencia en aspectos que atentan contra Derechos Humanos fundamentales.

Un régimen acorralado pretende transferir sus responsabilidades a un órgano electo al margen de la Constitución. Y por ello, cuando los venezolanos tienen el agua al cuello, en medio de una estanflación sin precedentes en la región, este cuerpo ilegitimo en un “decreto Constituyente” llama a un diálogo económico nacional “para el perfeccionamiento del modelo de economía productiva y diversificada” después de haber destruido nuestra estructura económica por 18 años. Con un Neorentismo Petrolero, basado en el Socialismo del siglo XXI, el régimen ha acabado con cualquier intento de economía productiva y diversificada. El ilegitimo cuerpo llama a un diálogo, casi obligado, en un decreto que supone que otros, unos terceros, son los responsables de nuestra crisis económica.

El régimen nunca acepta lo que es evidente: Que el gran responsable de la destrucción de la economía venezolana es la gestión equivocada de Chávez y Maduro. El régimen chavista, al contrario de lo que afirma ese nulo “decreto”, no impulsó ninguna nueva plataforma productiva nacional, sino que solo destruyó la que existía.

En lo que va del siglo XXI, este socialismo decimonónico venezolano, ha acabado con la economía de mercado, con la propiedad y la empresa privada, ha desestimulado la producción nacional, promovido irracionalmente las importaciones con dólares subsidiados y propiciado expropiaciones y ocupaciones de actividades productivas, acompañado todo ello con una desfasada política de control de precios, que nos ha conducido al estancamiento económico en medio de la mayor inflación.

Las responsabilidades económicas de este régimen no pueden ocultarse, como lo hace el “decreto” apelando al débil argumento de la “guerra económica”, como premisa para sentarse a dialogar. Sobre falacias no puede haber diálogo y menos si este es casi obligado. El diálogo se basa en la libertad y el reconocimiento mutuo.

Nadie dialoga sobre ideas falsas y menos si son impuestas por un poder dictatorial. El diálogo “constituyentista” es falso, pues solo pretende el reconocimiento de un cuerpo ilegitimo y fraudulento por el sector económico venezolano. Y ese cuerpo ilegitimo es desconocido por los países más importantes del mundo.

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