El diario plural del Zulia

Tiempos de diplomacia preventiva, por Julio César Pineda

Los sistemas de integración regional que tienen como paradigma la Unión Europea (UE), parten de dos supuestos fundamentales: Un desarrollo económico armónico y el pleno ejercicio de la democracia con la defensa absoluta de los derechos humanos. La UE es rigurosa en estas exigencias. Por eso ni Portugal ni España pudieron ingresar a la Comunidad Económica Europea, a pesar del interés de estos países, mientras tuviesen gobiernos como los de Francisco Franco y Antonio de Oliveira Salazar. En América Latina tanto el Mercosur, como la Comunidad Andina y el Sistema Centroamericano de Integración, han adoptado una cláusula democrática que compromete a los gobiernos con los principios clásicos de la separación de poderes, alternabilidad en los cargos, consulta popular, compromiso social, vigencia plena de los derechos humanos y el ejercicio de la democracia.

La Organización de Estados Americanos (OEA) se ve obligada también a la adopción de una carta democrática, aprobada el 11 de septiembre de 2001 por todos los gobiernos miembros del organismo. Venezuela es parte integrante de esta instancia internacional, y está obligada por este documento, donde los Estados renuncian a parte de su soberanía política para aceptar la supranacionalidad del imperativo democrático. De acuerdo a la misma, América Latina es una zona de exclusión de regímenes no democráticos.

El pasado 31 de mayo, el secretario general de la OEA, diplomático y excanciller de Uruguay, en base a los estatutos, se dirigió al Consejo Permanente con la finalidad de solicitar la convocatoria a una sesión urgente de los Estados miembros entre el 10 y el 20 de junio de 2016, como lo prevé el artículo 20. El secretario general Luis Almagro, en un amplio informe de 132 páginas, justifica la solicitud fundamentándola en el deber de atender la alteración del orden constitucional y el orden democrático en Venezuela. Igualmente afirma que la crisis institucional venezolana demanda cambios en las acciones del Poder Ejecutivo, dejando la referencia a la legitimidad de ejercicio que todo gobierno debe tener más allá de la legitimación de origen.

El diplomático insistió en la responsabilidad de la comunidad hemisferio. La diplomacia continental desde hoy está en marcha frente a las diferentes hipótesis de lo que pueda ocurrir en base a los soportes y apoyos que Venezuela pueda tener.

Como analista internacional estimo que, no hay un espíritu colectivo gubernamental continental para sanciones como la exclusión del sistema interamericano. Desde el precedente de Cuba en el seno de la OEA y de la primera aplicación de la carta con Honduras en el 2009, la geopolítica latinoamericana ha cambiado mucho, además Estados Unidos está en un proceso electoral. Se estima que en estos tiempos es preferible la diplomacia preventiva con todos los instrumentos y mecanismos para corregir errores y adoptar soluciones convenientes a todos los sectores que integran la sociedad venezolana, por supuesto que la labor fundamental tiene que ser del gobierno y de la oposición. Ese diálogo que ha pedido la Iglesia católica desde el Vaticano y que actualmente está impulsando Unasur.

El artículo 33 de la carta de la ONU, el cual vínculo a la OEA, establece, la solución pací ca de todas las controversias por el diálogo y la negociación e incluso por la vía jurisdiccional, pero con el respeto a los principios de no intervención, soberanía e independencia de los Estados. Esperemos que el Consejo Permanente, con toda responsabilidad analice la situación planteada y adopte las mejores decisiones para la democracia del continente y para la democracia venezolana.

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