El diario plural del Zulia

Entre santos y herejes, por Francisco Arias Cárdenas

Esta semana Maracaibo celebra el día de su patrono, San Sebastián, una tradición que data de la colonia. Lamentablemente, la procesión del mártir irá por las calles de una ciudad sumida en un estropicio sin precedentes en el siglo actual, llena de basura y a oscuras, como consecuencia del incumplimiento de las obligaciones del poder municipal. Vale recordar que, entre otras, “son competencias propias de las Alcaldías el aseo urbano y domiciliario… los servicios de agua potable, electricidad y gas doméstico; de alumbrado público, alcantarillado, canalización y disposición de aguas servidas…”, (Artículo 56 de la LOPPM). La ley otorga fuentes de ingreso adicionales, a través de los impuestos municipales, para cumplir con tales obligaciones.

Desde la Gobernación Bolivariana del Zulia, por responsabilidad y compromiso con la ciudad y la gente, hemos asumido parcialmente algunos de esos servicios: ejecutamos planes de recolección de desechos sólidos, de arborización y limpieza de plazas, de instalación de parques deportivos, la continuación del Paseo del Lago II y III, y con mucho énfasis y precisión, el rescate del casco central de Maracaibo, de gran potencial turístico.

En medio de las limitaciones, con creatividad, hemos continuado el gran proyecto iniciado en el 2013, que abarca espacios de gran belleza por su arquitectura y significado histórico. Ha sido una metódica restauración, que empezó con la Plaza Baralt, la Plaza Bolívar, el Palacio de los Cóndores —sede del Poder Ejecutivo, que encontramos con los techos caídos— la Casa de la Capitulación —el recinto donde se firmó la salida oficial del imperio español de Venezuela— el Paseo Ciencias, y así seguiremos.

Y es que el amor se vive, no puede fingirse: amamos a esta soleada y ribereña ciudad, visualizada por Bolívar como la capital de la Gran Colombia, y para la cual Hugo Chávez soñó un futuro tan luminoso como su sol. Ella bien merece nuestros desvelos: del escenario de su historia de pujanza, mientras unos pronuncian rezos, nosotros nos ocupamos y obramos.

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