El diario plural del Zulia

Salud vulnerada, por Judith Aular de Durán

Lo que está ocurriendo en el país es desesperante e inhumano. Parece inverosímil que las organizaciones mundiales y países históricamente aliados no hayan tomado una posición de mayor preocupación por los venezolanos que diariamente padecen y mueren en los centros de salud de toda Venezuela.

Existe una total indiferencia ante la falta de medicinas e insumos para contrarrestar las secuelas desatadas por los virus de turno, como el Zika, Chikungunya y dengue, hasta las complicaciones ocasionadas por el universo de enfermedades como el cáncer, la hipertensión arterial, trastornos cardíacos, procesos infecciosos, neurológicos, renales, respiratorios, dermatológicos óseos y endocrino metabólicos. En fin, todos los tratamientos están afectados y lo peor es la indolencia de los organismos gubernamentales para buscar soluciones a esta crisis que vulnera el derecho a la salud.

En el caso del Zika, los pacientes que han desarrollado una de sus complicaciones más letales, el síndrome de Guillain Barré, están prácticamente en el filo de la muerte por la falta total de inmunoglobulina humana, principal hemoderivado para superar la gravedad.

Indigno es el caso de miles de pacientes oncológicos con tratamientos de quimio y radioterapia paralizados por falta de fármacos. Lo deplorable es la ausencia de alternativas en los centros hospitalarios. La única salida es que los familiares, la mayoría sin recursos, mueva cielo y tierra y apele, casi siempre, al apoyo de otros ciudadanos en la búsqueda de medicinas cada vez más difíciles de localizar.

La paciencia está en el límite y sin respuestas. Lo más prudente es que el Gobierno nacional emita una alerta internacional para que países hermanos y solidarios suministren las medicinas e insumos que tomará tiempo reponer en el alicaído mercado farmacéutico nacional.

Las universidades con estudios de la salud están en disposición de colaborar, con apoyo de laboratorios y consorcios farmacológicos, en los planes de emergencia para la distribución y dotación de medicinas e insumos en los centros hospitalarios y ambulatorios.

La prioridad es asumir el problema y enfrentarlo sin demoras. Es preciso que nuestros gobernantes entiendan que no se trata de un problema político, ni de posiciones opuestas. Es un asunto de vida o muerte, de pacientes que necesitan tratamiento y no lo tienen.

Es el drama de un país que desperdició la bonanza petrolera más grande de la historia. Hoy, cuando sus hijos pierden el derecho a la salud y a la vida, exigimos la búsqueda de respuestas y la declaratoria de emergencia sanitaria ante el mundo.

 

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