El diario plural del Zulia

Resurrección de la inquisición, por Hugo Cabezas

Ante el fracaso de la MUD, como estructura organizativa del oposicionismo, la alta jerarquía de la Iglesia Católica, agrupada en la Conferencia Episcopal, ha asumido el rol de esta. En el documento emitido por su CVII Asamblea, así lo demuestra. Las recientes a rmaciones vertidas a la prensa nacional por Monseñor Jorge Urosa Sabino, Baltazar Porras y Diego Padrón, para solo citar tres de los más altos jerarcas de la Iglesia Católica, son la mejor constatación de esta afirmación. Al respecto, bien vale la pena recordar que los tres han coincidido en a rmar que el diálogo entre gobierno y oposición “perdió su pertinencia, no tiene sentido”. Monseñor Diego Padrón, a su salida de la última asamblea de la Conferencia Episcopal, dijo a los medios de comunicación: “Me atrevo a concluir que para el partido o - cial y el Gobierno, el diálogo fue más bien un instrumento para ganar tiempo y frenar la presión interna y externa”; asimismo, a rmó que “el responsable principal del fracaso de la mesa de diálogo es el gobierno y estimó que casi no hay resultados de los encuentros celebrados hasta el momento”. Por su parte, el Cardenal Baltazar Porras, Arzobispo de Mérida, señaló que la Iglesia “no puede ser un muñeco con la boca tapada” y dijo que “hay que ser imparcial, no neutral”; al comentar el documento referido dijo que este “recoge el llanto de los venezolanos”, por lo que “los ciudadanos tienen la obligación de luchar para salir del Gobierno actual”. Al referirse al diálogo entre oposición y gobierno, señaló que en “las condiciones en las que se ha desarrollado la mesa de diálogo indican que no se ha llegado a ninguna parte”. De igual manera, el arzobispo de Caracas, cardenal Jorge Urosa Sabino, en declaración suministrada a la cadena de noticias ABC, dijo: “El Vaticano ha impulsado el movimiento de la Iglesia católica venezolana para pedir a sus feligreses que se rebelen contra la dictadura chavista de Nicolás Maduro”. Se- ñaló, igualmente, que: “Los sacerdotes han sido instruidos para que en las misas desmientan la propaganda chavista que que achaca a una supuesta guerra económica la penuria y la escasez de los productos básicos que sufre Venezuela”.

Como puede verse, la alta jerarquía eclesiástica ni es imparcial ni es neutral, tomó partido. Con absoluta claridad se ha pronunciado en contra del proceso de transformación democrática que se vive en nuestro país. Al igual que la alta jerarquía eclesiástica que en su momento se opuso a Bolívar y Miranda, la misma que condenó los principios igualitarios de Ezequiel Zamora, que se opuso al proceso modernizador de Venezuela auspiciado por Guzmán Blanco, que guardó silencio en los diez años de dictadura perezjimenista y que enfrentó a Rómulo Betancourt en su gobierno de la Venezuela punto fijista, se opone al proceso de transformación de la sociedad venezolana iniciado en 1999, por el Comandante Presidente Hugo Chávez y continuado por el Presidente Nicolás Maduro.

Pues bien, esa misma alta jerarquía eclesiástica enfrenta hoy a la Revolución Bolivariana. De nuevo se coloca de espalda a la realidad nacional. Cree representar al pueblo católico venezolano. De nuevo miente, aunque a decir verdad nunca ha dejado de hacerlo, al igual que en 1812, cuando dijo que la pérdida de la Primera República era una “maldición divina”, hoy dicen lo mismo del gobierno revolucionario. Que no dijo, y que no hizo, esa alta jerarquía eclesiástica contra Guzmán Blanco y Betancourt, a éste último lo maldijeron sin compasión al imponerles el concordato. No cambia, no se da cuenta que vivimos otros tiempos. En sus pretensiones hegemónicas, como buenos discípulos de Torquemada, se han propuesto resucitar la inquisición. Quien no esté con nosotros está contra nosotros, es su frase preferida, fuente principista de su accionar. La alta jerarquía eclesiástica venezolana se cree pura, los demás somos herejes. Que hermosa herejía la de alcanzar la justicia social, la libertad, la igualdad, la felicidad. Mientras ella grita viva la inquisición, nosotros gritamos viva el pueblo. Allí está la diferencia.

 

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