El diario plural del Zulia

Protesta no es destrucción del ambiente, por César Ramos Parra

Tenemos profundas razones para estar enervados ante los reiterados atropellos en que día a día incurre este régimen y sus fuerzas represoras, en contra de una población pacífica e indefensa, que no hace sino luchar denodadamente por el restablecimiento de la constitucionalidad, la libertad y el derecho a vivir en un país hermoso y de oportunidades. ¡Nuestro país!

Ciertamente, la pérdida de vidas constituye un hecho triste e irreparable. Un altísimo costo que nuestra sociedad está pagando, sobre todo cuando se trata de nuestra juventud, la cual, en forma aguerrida, combativa y firmemente decidida, ha tomado la irreversible decisión de luchar hasta alcanzar su objetivo de recuperar la patria que les pertenece. La destrucción de la vida de nuestros muchachos en forma alevosa y premeditada, representa el peor de los daños que este régimen oprobioso nos ha infringido.

Pese a ello, no podemos adoptar como arma de lucha, la destrucción de nuestro ambiente, nuestros árboles, bienes e instalaciones públicas. Educar a quienes ejerzan la protesta sobre la manera pacífica y civilizada de la misma, son acciones que debemos incorporar como parte de nuestra lucha.

Los árboles hay que cuidarlos. Tardan mucho tiempo en crecer y establecerse. Son moderadores climáticos y los productores de oxígeno de nuestro sistema. ¿Cómo los vamos a cortar o fragmentar? La destrucción de la vegetación contribuye al cambio climático y al incremento de la temperatura ambiental. Todo cuanto se haga en contra de la naturaleza o la destrucción de semáforos, señalizadores, alcantarillas y otros bienes púbicos, es una especie de harakiri que se revertirá en contra nuestra.

De igual forma, debemos rechazar los infiltrados que pretenden utilizarla para destruir y extorsionar, al constituir prácticas vergonzosas que desvirtúan la esencia de la protesta y hechos deleznables que debemos repudiar, de la manera más categórica, al desacreditar las justas motivaciones que pretenden alcanzar objetivos altruistas, nacionalistas y de progreso en libertad para nuestra sociedad.

Nuestra protesta debe ser firme pero a la vez creativa, incorporando elementos que señalen ese nuevo país al cual queremos avanzar, alejándonos del caos y la destrucción en el cual nos encontramos como reminiscencia de este mal gobierno. Ninguna lucha que se soporte en la violencia, la destrucción y la agresión al prójimo puede conducirnos al éxito esperado; por el contrario solo conducirá al desaliento y lejanía de muchas personas que disienten de esos procedimientos y de muchos otros, que aún permanecen indiferentes y cuya incorporación estamos necesitando y esperando.

En estos momentos de la protesta que hemos venido ejerciendo, necesitamos radicalizar nuestra resistencia ante un gobierno que pretende avanzar con un modelo fracasado que tiene un total rechazo de nuestra población. Por ello, en este momento crucial, lo más importante es la presencia del pueblo en la calle, en forma abrumadora, masiva, pacífica y contundente, hasta lograr derrotar este régimen obscurantista y decadente que persiste, con su proyecto constituyente, en imponernos un modelo político-económico-social fracasado, hasta restituir la normalidad cívica e institucional en nuestro país. Con Unidad, Firmeza y Fe, ¡continuemos avanzando!

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