El diario plural del Zulia

Primero de mayo atípico, por Carlos Alaimo

Este 1º de mayo de 2017 está fuera de toda lógica. Este día, en el que por tradición se conmemora en todo el mundo el Día Internacional del Trabajador en homenaje a los llamados Mártires de Chicago –sindicalistas anarquistas ejecutados en 1886– nos encontramos en un país secuestrado por un modelo político que entre sus líneas de acción está el control de la sociedad y por ende, de la clase trabajadora.

Somos testigos forzados de una realidad diseñada por el Gobierno que pretende sustituir el trabajo como vía de satisfacción, felicidad familiar y movilidad social por un asistencialismo parasitario y dependiente del Estado.

Un modelo que pretende el dominio de la sociedad. Mientras tanto, los propios trabajadores, hoy en su día, ven, sienten y padecen en su propia carne cómo siguen siendo las víctimas de un proceso mal encarado, mal direccionado. Y, tristemente, unas elecciones sindicales secuestradas, son parte de este libreto gubernamental.

Añoramos una fuerza laboral aguerrida como la que la CTV (Confederación de Trabajadores de Venezuela) Y Fetrazulia libraron en su momento. Pero también los tiempos modernos exigen mucho más. Se necesita una renovación sindical en todos los aspectos, y esto se traduce en mayor capacitación y entrenamiento, en la evaluación del trabajo manual y el uso de la tecnología, y sobre todo en el manejo, en la teoría y en la práctica, del concepto de ética, moral y vocación de servicio.

En el escenario político vemos cómo el movimiento sindical que ha sido rebelde, crítico y libertario, hoy se encuentra limitado en su accionar por un Gobierno insensible a la clase trabajadora, a la cual pre ere dependiente y subordinada. Aspectos como un salario digno, por ejemplo, para que permita y garantice mayor crecimiento y realización personal y profesional, deben ser asumidos y discutidos desde las instancias estadales.

Que adquirir vivienda, contar con transporte, tener salud integral y una educación idónea sea por la vía de un salario digno y no de dádivas y de estar “en las colas de un ministerio”. El trabajador moderno entendió que una empresa no es “una vaca” que sólo sirve para dar leche, y que al caducar “su vida lechera” va al matadero. No. hoy en día el trabajador piensa que una empresa que produce, se traduce en el compromiso que debemos tener para
luego participar de ese beneficio.

Creemos firmemente que el Estado debe ser garante de la seguridad social, con impuestos bien manejados y distribuidos, para coadyuvar en la calidad de vida de la familia trabajadora.

Hoy queremos volver a los tiempos en los que los sindicatos accionaban de acuerdo a valores y principios propios de una jornada de lucha reivindicativa; queremos y debemos trascender este día atípico, y convertirlo, entonces, en su deber ser: un día en el que se celebre la fuerza laboral sólida y combativa, pero sobre todo libre.

Carlos Alaimo
Presidente / Editor

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