El diario plural del Zulia

Paz perfecta, por Jaime Kelly

Hace un tiempo leí un hermoso cuento que hoy les comparto, que nos habla de lo que es la paz perfecta: “Había un rey que ofreció un gran premio a aquel pintor que representara la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron, pero el rey solo escogió dos pinturas para observar con detenimiento y seleccionar la que verdaderamente representara la paz. La primera era un lago muy tranquilo, con plácidas montañas y un cielo muy azul con nubes blancas. La segunda pintura tenía montañas, pero escabrosas, sobre ellas se veía caer un fuerte aguacero y hacia abajo se observaba un río agitado. Detrás de una impetuosa cascada se veía un arbusto y allí un nido, y sentado en él, plácidamente reposaba un pajarito. El rey escogió la segunda y explicó:  "Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo, ni dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas, permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón".  Creo que este es el verdadero significado de la paz.

Hermanos, la paz no viene de afuera, sino de nuestro interior. Podemos estar contemplando un hermoso paisaje en gran quietud y silencio, pero si en nuestro interior hay tribulaciones, guerras, sentiremos y veremos monstruos que quieren atacarnos y destruirnos, y aquel paisaje hermoso, resplandeciente y quieto, se convierte en algo feo, triste, sombrío y agitado por nuestras emociones.

Jesús es el “príncipe de la paz”. Él nos ofrece la paz perfecta, la duradera y que se re eja en nuestro rostro y en nuestras acciones. Él mismo nos dice: “Les dejo la paz, les doy mi paz. La Paz que yo les doy no es como la que da el mundo. Que no haya en ustedes angustia, ni miedo”, (Jn 14,27).

El mundo que nos rodea puede darnos paz en ciertos momentos, pero siempre es pasajera. La paz que ofrece el mundo siempre pasa. Cuando perdemos la paz interior, lo hemos perdido todo y nos convertimos en una amenaza para nosotros mismos y también para los que nos rodean.

Cuando nos sintamos nerviosos, agitados, abramos nuestro corazón a Dios en el silencio, en la oración y descansemos en él. El mismo Señor nos dice en su palabra: “Vengan a mí los que estén cansados y agobiados, llevando pesadas cargas y yo los aliviaré”, (Mt 11,28). Busquemos a Dios ante su presencia eucarística, en su palabra. Solo con contemplarlo podremos experimentar esa paz que solo Jesús nos sabe dar. Dice la palabra de Dios “a la gente buena, tú la guardas en paz, porque confía en ti”, (Is26,2-3).

Invoquemos la gracia del Espíritu Santo en nuestras vidas, para que con sus frutos llevemos una vida tranquila y en paz, actuando de acuerdo al querer de Dios, como lo hizo Jesús. Él se hizo bautizar, aunque estaba lleno del Espíritu Santo, para enseñarnos que el Espíritu Santo nos mantiene en Dios, y él es nuestra paz. Dice la palabra de Dios en Filipenses 4, 6-7: “No se inquieten por nada; antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica. Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se pueden imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”. Que la paz de Dios more en nuestros corazones, en nuestra familia, en nuestro país y en el mundo entero. Amén.

 

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