El diario plural del Zulia

Obama en Cuba ¡cosa más grande!, por Vladimir Villegas

Luego de largas décadas de dura confrontación ha ocurrido lo que muchos soñaron y otros consideraron imposible. Un presidente de los Estados Unidos aterriza en la capital cubana por primera vez en casi noventa años, y también desde que se produjo la primera revolución socialista en el hemisferio occidental. Es el signo de los tiempos, y en concreto el resultado, o uno de los primeros resultados de un proceso de acercamiento iniciado en secreto hace dos años por funcionarios de La Habana y de Washington.

La presencia del mandatario estadounidense, Barack Obama, en Cuba es apenas un paso en un largo camino que busca la normalización de relaciones políticas y el impulso de una ambiciosa era de inversiones privadas en la isla. Cuba lo necesita y en el empresariado norteamericano no faltan las ganas de invertir. Los tiempos han cambiado de tal manera que hoy en día, vaya paradoja, hay diez o más veces vuelos desde Miami a La Habana que desde Caracas a Miami.

Cosas de la política y de la diplomacia. El gobierno norteamericano mantiene unas conflictivas relaciones con el gobierno de Nicolás Maduro pero supo abrir un canal, junto al liderazgo de Cuba, para que hoy fuera posible lo que estamos viendo: un Obama feliz y relajado en el corazón de la capital cubana, y un pueblo que da muestras de simpatía y cero hostilidad por esta visita.

Ver a Obama en la capital cubana hace recordar lo que significó el viaje que el entonces presidente estadounidense Richard Nixon hiciera a Beijing en febrero de 1972 para abrir un nuevo capítulo en la historia de las relaciones entre la gran potencia y el gigante asiático. El consejero de seguridad de la administración Nixon, Henry Kissinger, preparó el terreno para ese acercamiento en una visita secreta a la capital China. Los chinos no dejaron de ser gobernados por un Partido Comunista, pero la economía de mercado se abrió paso con el tiempo y China emprendió la senda de un crecimiento económico que, gracias a las reformas impulsadas por Deng Tsiao Ping, la colocan hoy como la segunda economía del mundo.

Este acercamiento entre Cuba y Estados Unidos no está exento de peligros y dificultades, pero ambos gobiernos, pese a sostener posiciones mutuamente críticas, han sabido, pragmatismo mediante, no tensar la cuerda más allá de lo prudente para no romper el encanto del acercamiento del siglo entre un gobierno de orientación socialista, dirigido por un Partido Comunista y la mayor potencia capitalista del planeta.

Atrás van quedando el bloqueo económico, las acusaciones desde La Habana sobre las agresiones norteamericanas contra la nación antillana y los señalamientos de Washington contra las presuntas actividades cubanas destinadas a promover el terrorismo y la subversión. Estamos ante un cambio de época. Cuba atraerá, o ya está atrayendo, las inversiones que necesita para recuperar su economía, y ofrece plenas garantías para los empresarios que se arriesguen a colocar sus capitales en los diversos proyectos que ya han captado el interés de los inversionistas, y que van mucho más allá del turismo.

¿Cuánto impactará esta visita de Barack Obama a Cuba? Todavía es prematuro hacer formulaciones al respecto. No es de esperar, por ejemplo, que en el corto plazo, se produzcan cambios sustanciales en el modelo político. No existe en el horizonte la perspectiva de una apertura política que contemple, por ejemplo, la legalización de organizaciones partidistas opositoras, el surgimiento de medios de comunicación privados o la adopción de formas similares a las que caracterizan el funcionamiento de las llamadas democracias occidentales. No es posible ni es lo que busca, al menos en lo inmediato, el mandatario estadounidense.

Creo que el mayor impacto vendrá en el campo de la economía. Cuba es un territorio excepcional para el emprendimiento. Una masa laboral con buena preparación, una actividad sindical muy controlada, sin el riesgo de conflictos que pongan en peligro los intereses de los inversionistas. ¿Para qué seguir siendo enemigos si de aquí en adelante pueden ser buenos socios sin que las diferencias políticas lo impidan?

TANYA MIQUILENA
Lamentamos el fallecimiento de Tanya Miquilena , hija de Luis Miquilena, y esposa de Werner Corrales. Nuestras palabras de condolencia para sus familiares. Paz a sus restos.

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