El diario plural del Zulia

En nuestras manos, por Padre Jaime Kelly

Amigos, siempre me ha llamado la atención el relato sobre una pintura en un antiguo templo, que muestra a un rey forjando una cadena de su corona y a un lado, otra escena muestra a un esclavo convirtiendo su cadena en corona; debajo de la pintura se encuentra esta inscripción: “La Vida es lo que hagas de ella, no importa de lo que esté hecha”.

Hemos de reflexionar que la vida es, muchas veces, el resultado de la actitud que tengamos ante ella. Podemos hacer de nuestra vida un infierno o un paraíso, dependiendo de la actitud cómoda, indiferente y egoísta, o responsable, diligente y compartida que tengamos de ella.

He escuchado a muchos hermanos decir : “en Venezuela está todo muy difícil”.

Me duele escuchar expresiones como esas porque amo a este país que me ha acogido, me ha dado calor y amor, y lo siento mío, y aun cuando pueda visitar otros lugares del mundo en mi labor de Evangelización, me siento parte de esta tierra y por ello me uno en oración a todos nuestros hermanos que día a día colocan todo su esfuerzo y su oración por este hermoso país.

Como cristiano y más aún, como sacerdote, me toca constantemente como San Juan Bautista llamar a la conversión, al cambio de actitud, para convertir las cadenas que nos oprimen (el pecado), en corona de la Gloria de Dios. Estamos llamados a vivir nuestro bautismo, sabiendo que es la gracia que nos hace Hijos de Dios, y recordando las palabras de nuestra Madre de Coromoto, cuando se apareció en nuestras tierras venezolanas: “para que vayamos al cielo”.

Amigos, vamos a volver a Dios de todo corazón, con arrepentimiento, confirme propósito de enmienda, pidiendo perdón y enmendando el pecado personal, familiar y social de manera que asumiendo cada uno nuestra cuota de responsabilidad, vamos construyendo juntos la civilización del amor y veremos como se manifestará en nuestra vida, la de nuestra familia y en nuestra nación, la Gloria de Dios.

No permitamos que la situación de nuestra nación se convierta en cadena, por el contrario, hagamos que las cadenas que sentimos que nos atan, se conviertan en corona, levantando en alto nuestra dignidad de cristianos y viviendo a la manera de Cristo. Como dice el salmista, en el salmo 95 (94) “Ojalá escuchemos hoy su voz, y no endurezcamos nuestro corazón”, así Él hará en nuestra nación el bien prometido y que tanto anhelamos.

Como nos ha dicho el papa Francisco : “El hombre ha de ser imagen de Dios, con ando y esperando en su gracia y bendición”. Unidos en oración con Fe, reconociendo que en Dios está nuestra esperanza, viviendo los Mandamientos de la Ley de Dios, siendo solidarios con el más necesitado, seremos constructores de la nación Dichosa que Dios quiere para sus Hijos, “una Nación cuyo Dios es el Señor”, bajo la gracia de ser Consagrados al Santísimo Sacramento, y el amparo de nuestra Madre María de Coromoto, que como Divina Pastora, madre del Divino Pastor, nos conducirá por sendas de Justicia y de Paz.

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