El diario plural del Zulia

Nuestra clara lección, por Francisco Arias Cárdenas

Con quince motores productivos en marcha en tierra zuliana, tenemos razones para la esperanza, el optimismo, y mucho trabajo por delante. En esta agenda para la prosperidad, resaltan áreas que tradicionalmente no se habían asumido con rigurosidad e inversión, y para las cuales hay gran potencial en la Cuenca del Lago, como son el turismo, las exportaciones no tradicionales, y la economía comunal y socialista.

Los venezolanos nos caracterizamos por ser muy creativos; de hecho, nuestro fluido sentido del humor es un reflejo de esa capacidad, así que mientras más difíciles son las circunstancias, y más arduos los retos, más nos exigimos para superarlas. Duele ver en los pequeños grupos obcecados por recuperar el poder, una actitud totalmente opuesta a nuestro compromiso por la felicidad del país: obstaculizan el proceso para salir de la crisis, atentan contra la soberanía, y mantienen un constante llamado a la violencia, a inundar las calles de caos y tragedia; eso sí, esas convocatorias las hacen a buen resguardo desde el exterior. Son sus únicas propuestas.

Es un agudo contraste con la inmensa mayoría de los venezolanos, y de los hermanos de otros países que comparten nuestro territorio, que con estoicismo asumen el momento histórico, critican legítimamente, reclaman pací camente sus derechos, sin ceder empuje en la faena diaria, en la esperanza y la conciencia de Patria. Así somos los hijos de Bolívar, de Urdaneta y Sucre, y de tantas heroínas que les acompañaron.

El reciente episodio de controversia entre los Poderes Públicos, y la forma institucional en la cual se dirimió, demostró que estamos en un escalón superior como país. El diálogo, el reconocimiento del otro y de sus derechos, el respeto a horizontes de visibilidad diversos, es la base para nuestra evolución pacífica y la senda hacia la Venezuela de prosperidad, humanista y ecologista, soberana y digna que anhelamos; ese será nuestro legado. Ante estos objetivos supremos, ¿qué persona de bien puede estar en desacuerdo?

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