El diario plural del Zulia

Moral y luces, por Antonio Pérez Esclarín

“Moral y luces son nuestras primeras necesidades”, clamó Bolívar en Angostura; y en la Venezuela de hoy, donde la corrupción impera soberana y la educación necesita con urgencia elevar su calidad, moral y luces siguen siendo nuestras primeras necesidades.

Resulta verdaderamente vergonzoso comprobar que, después de más de 18 años de una supuesta revolución moral, que iba a sepultar la corrupción, aparecemos como uno de los países más corruptos del mundo. La política se ha divorciado de la ética y la corrupción se ha instalado en Venezuela como una forma de vida. El acceso al poder se entiende como acceso al botín, y los que nos gobiernan utilizan los bienes públicos a su antojo, como si fueran propios. De ahí que ya no causa extrañeza ver cómo cualquier gobernante se desplaza en camionetotas blindadas y escoltado por numerosos cuerpos de seguridad y empiezan a llevar un nivel de vida que no podrían permitirse con sus sueldos y salarios. Tampoco causa extrañeza ver cómo el nepotismo se ha instalado en la política y los gobernantes de todos los niveles privilegian a sus hijos, esposas, hermanos, cuñados, sobrinos, en el otorgamiento de beneficios y cargos públicos, y brindándoles una seguridad de la que carecemos todos los demás.

Es corrupción y muy grave utilizar los bienes públicos en provecho propio o de un partido, y todos pudimos ver (menos los miembros del Consejo Nacional Electoral), cómo en todas las elecciones se han utilizado descaradamente bienes y recursos públicos multimillonarios para privilegiar a un candidato. Es corrupción repartir bonos y limosnas solo a los adeptos al Gobierno y utilizar la escasez y el hambre para convertirlos en clientes y no en ciudadanos. Es corrupción especular con los precios ante la escasez o apropiarse de productos de los CLAP o de “casa bien equipada” para revenderlos a precios astronómicos.

La Ley de Educación prohíbe el proselitismo político, y hay Zonas Educativas que solo otorgan cargos a los militantes del partido, o incluso han botado a opositores, lo cual muestra ignominia y corrupción.

Es corrupción favorecer con dólares preferenciales a amigos y aliados, y propiciar o crear empresas de maletín, de las que nunca dan nombres. Las acusaciones entre miembros del Gobierno y chavistas caídos en desgracia, nos asoman al abismo de una corrupción inimaginable. Es corrupción que los que ostentan cargos públicos viajen al extranjero con un montón de familiares y amigos a costa del erario público y con generosos viáticos en dólares, o que carguen como gastos públicos sus comilonas y bebederas. Es corrupción exigir una “mordida” para conceder permisos o sacar papeles, o matraquear en las alcabalas y fronteras, práctica tan enquistada que todos ven como normal. Lo más cínico del caso es que muchos de los que así actúan, no se apean de un discurso moralizante y se la pasan acusando a los demás de corruptos. Con frecuencia, el discurso anticorrupción sirve solo para ocultar prácticas corruptas. Por todo ello, urge una educación ética y moral que enseñe, a través del ejemplo, los valores humanos esenciales en la familia, las escuelas y la sociedad y que los que nos gobiernan o aspiran a hacerlo, den ejemplo de honestidad, respeto y probidad.

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