El diario plural del Zulia

Monagas y Maduro, por Jorge Sánchez Meleán

En 1856, José Tadeo Monagas, ese autócrata que después de propiciar “El asesinato del Congreso (1848)” pronunciara la famosa frase “La Constitución sirve para todo”, se empeñó en continuar en el poder indefinidamente. Para ello debía modificar la Constitución de 1830, que durante 27 años había puesto los cimientos de la República de Venezuela, después de la separación de la Gran Colombia. En ese texto, democrático y alternativo, no se permitía la reelección indefinida.

El autócrata oriental para conseguir su propósito lo antes posible, como este de ahora, violó descaradamente el procedimiento para la reforma constitucional establecido en el texto de 1830. No dio a conocer el proyecto de una constitución que nadie pedía, como se lo exigía la ley.

Para tener unas cámaras legislativas dóciles, apeló al subterfugio de aprobar una nueva Ley de División Territorial (abril de 1856) que dividía a Venezuela en 21 provincias en las que podía designar gobernadores interinos y renovar a senadores y diputados provinciales para poner a los suyos. Al día siguiente, aumentó la fuerza armada de 3.000 a 10 mil efectivos.

En enero de 1857 se instala un Congreso totalmente manipulado, que deroga la Constitución de 1830, para promulgar otra a la medida de las aspiraciones del caudillo oriental, con reelección, aumento del periodo presidencial a seis años y centralización y personalización del poder. Su sobrino e hijo político es designado Vicepresidente. Ante todo ello, sin distingo de ideología o partidos, los venezolanos se unen para derrocar tal autoritarismo militarista.

El gobernador de Carabobo, general Julián Castro, encabeza la rebelión. Monagas es abandonado por la mayoría de sus hombres, decepcionados por su autoritarismo creciente. Renuncia el 15 de marzo de 1858 y se refugia en la Legación de Francia, con su familia e íntimos. Culminaba así un periodo de dominación iniciado en 1847. En diez años había enfrentado a 97 movimientos armados, pero no pudo con el que salió en defensa de la Constitución de 1830.

Maduro debía reflexionar sobre todo esto si es que alguna vez lo hace. Él también quiere modificar una Constitución mayoritariamente aceptada para perpetuar en el poder a un régimen fracasado. Y como también cree que la “Constitución sirve para todo”, violándola, pretende instalar una Constituyente fraudulenta, con representantes complacientes salidos de su entorno, como los senadores y diputados de J. T. Monagas en 1857. Ante tal pretensión, también los suyos lo están abandonando. Que recuerde que la primera derrota de este régimen fue el 7 de diciembre de 2007, cuando pretendió reformar la Constitución de 1999; y que la última y definitiva será la que el pueblo venezolano le propine, ante su intento de despojarlo del poder constituyente originario, mediante esta burla de constituyente comunal corporativa al mejor estilo fascista. Así que, Maduro, comienza a preparar ya tu carta de renuncia y a buscar refugio en alguna “Legación”, que ojalá pudiera ser la de Cuba, si es que Trump se lo permite para ese momento a los cubanos. Maduro debe tener claro, que su Julián Castro es el pueblo venezolano, que no está dispuesto a que Venezuela pierda su carácter de República Democrática, participativa, electiva, descentralizada, alternativa, responsable, pluralista y de mandatos revocables, para convertirse en una Monocracia Socialista–castrista, sin libertad ni bienestar alguno.

 

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