El diario plural del Zulia

Mi regalo de Navidad, por Judith Aular de Durán

Judith Aular de Durán

Quiero dedicar este espacio, gentilmente cedido por Versión Final, a mi pequeño nieto Samuel Eduardo, quien cumplió años ayer martes 5 de septiembre.

En el año 2006 mi amado esposo Darío y yo fuimos a pasarnos las Navidades en Calgary (Canadá), donde vivía nuestra hija Dariela, con su esposo Fabio Eduardo y mis dos nietas: Valeria Cristina y Fabiana Nicole.

Nosotros tenemos la tradición de salir a comprar los regalos de Navidad en familia, para luego colocarlos en un bello y gran árbol en la sala de la casa. Así las nietas con el pasar de los días van contando regalo tras regalo, para ver quien lleva más hasta llegar la Nochebuena.

Recuerdo que una noche muy cercana al 24 de diciembre, íbamos llegando a casa y mi yerno sacó una botella de vino para cenar.

Las niñas seguían revisando sus regalos y le decían a Darío: ¡abuelo tengo 17 regalos!, ¡abuelo y yo llevo 15!. Al cabo de unos minutos, Valeria me dice: abuela aquí hay muchos regalos, pero ninguno es para ti, yo asombrada le digo: ¿Cómo va a ser?

Mi hija me respondió: mami es que es difícil regalarte algo. Fue entonces cuando me senté y miré un hermoso cuadro de la virgen y dije: yo quiero un nieto varón de regalo de Navidad, ese será el regalo más grande para mí.

Ya dos de mis hijas me habían dado nietas y Daniella no tenía en mente tener hijos por los momentos. Mi anhelo era tener un nieto que fuera del signo Leo, que naciera en agosto o en septiembre para poder pasar su cumpleaños con él y por sobre todas las cosas, le pedí a Dios que viniera con una buena salud. Todas estaban renuentes a tener otro hijo.

Al día siguiente estando en el supermercado, mi hija mayor Dariela, me llama llorando: ¡Mami estoy embarazada! Ella estaba consternada con la noticia, ya que no tenía planificado tener más hijos porque las niñas ya estaban grandes y ella trabajaba.

Salí corriendo a la casa y las palabras que le dije fueron: mi amor esto te lo envió Dios, yo no tengo nietos varones, a lo mejor es el nieto que tanto deseamos y es una bendición.

Así fue. Dios no me dio hijos varones pero me dio la oportunidad de tener a Samuel Eduardo, un hermoso nieto varón, un niño amante de las matemáticas, del deporte y de la música, respetuoso, inteligente, una bendición para sus padres y sus abuelos, por eso siempre le digo que lo amo y que él es mi regalo de Navidad.

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