El diario plural del Zulia

¡Mantén la esperanza!, por Padre Jaime Kelly

Me gustaría compartir con ustedes esta reflexión, cuyo autor desconozco, porque me parece propicia en este tiempo en que muchos parecen haber perdido la Esperanza. Se titula Las cuatro velas:

“Cuatro velas se quemaban lentamente. En el ambiente había tal silencio que se podía oír el dialogo que mantenían: La primera dijo: “¡ Yo soy la paz! Pero las personas no consiguen mantenerme, creo que me apagaré pronto.” Y poco a poco fue disminuyendo su fuego hasta que su llama desapareció totalmente. Dijo la segunda:

“¡Yo soy la fe! Lamentablemente a los hombres les parezco superflua. Las personas no quieren saber de mí. Para ellos no tiene sentido que permanezca encendida”. Y cuando terminó de hablar, la brisa del pesimismo pasó suavemente sobre ella y la apagó. Rápida y triste la tercera vela se manifestó diciendo: “¡Yo soy el amor! No tengo fuerzas para seguir encendida. Las personas me dejan a un lado y no comprenden mi importancia. Se olvidan hasta de aquellos que están muy cerca y les aman”. Y sin esperar más, se apagó. De repente... entró un niño y vio las tres velas apagadas. Y se dijo angustiado: “Pero, ¿qué es esto? Deberían estar encendidas hasta el final”. Al decir esto comenzó a llorar. Entonces, la cuarta vela dijo al niño: “No tengas miedo, mientras, yo tenga fuego, podremos encender las demás velas. YO SOY, ¡LA ESPERANZA!”

Con los ojos brillantes, el niño agarro la vela que todavía ardía... y encendió las demás…”.

En ocasiones, como relata el cuento podemos sentir que la Fe, el Amor, se nos apagan, y con ello se nos apagan las fuerzas para mantenernos en medio de las turbulencias de la vida, pero la Esperanza reaviva en nosotros la Fe, el Amor, la Paz que nos invita a esperar en todo aquello que no podemos ver.

Por eso durante este tiempo les invito a reflexionar con este texto que leemos en la Palabra de Dios, Romanos 8,26:

“Somos débiles, pero el Espíritu viene en nuestra ayuda…” y “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Acaso las pruebas, la aflicción, la persecución, el hambre, la falta de todo, los peligros o la espada? (Rom 8,35-37) …Pero no; en todo esto saldremos triunfadores, gracias a aquel que nos amó” .

Hermanos, si estamos con Cristo, Él nos levantará y dará las fuerzas para seguir. Clamando, como dice el salmista:

“Recuerda tu palabra a tu servidor, ella ha mantenido mi esperanza” (Sal 119,49). El Señor nos conforta con su Palabra, y su presencia viva en la Eucaristía es la llama que mantiene encendida nuestra vida. Él es nuestro Maestro el que nos enseña el Camino a seguir. Cada día es una nueva oportunidad que Dios nos da para que podamos experimentar de Su Amor. Junto con nuestra Madre María y San José tengamos Animo, Fe y Esperanza. ¡Amén!

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