El diario plural del Zulia

Maestros, tutores de resiliencia, por Antonio Pérez Esclarín

La resiliencia es la capacidad humana para enfrentar las adversidades de la vida, superarlas e incluso, salir de ellas fortalecidos y transformados positivamente. Hay personas que se agobian y sucumben ante cualquier problema, mientras otras asumen las dificultades, por graves que sean, como oportunidades para crecer y superarse. Como vivimos días muy difíciles, en especial para los niños, niñas y jóvenes, pienso que los maestros deben asumir conscientemente el papel de “tutores de resiliencia”, de modo que los alumnos puedan superarse y alcanzar sus sueños y sus metas, a pesar de que hayan sido víctimas del maltrato y la violencia o estén pasando por situaciones muy difíciles.

La expresión “tutores de resiliencia” se la debemos a Barudy, que es el autor de libros importantes como El dolor invisible de la infancia y Los buenos tratos de la infancia: parentalidad, apego y resiliencia.

Entre los factores clave para un clima escolar forjador de resiliencia, Barudy señala los siguientes:

—Afectividad y vínculos: Si una niña o un joven se sienten queridos, se portarán mejor y aprenderán más, lo que va en relación directa a la construcción de resiliencia. Nada da más fortaleza que sentirse valorado y querido. El amor es fuente de energía, valor, entusiasmo. Nunca pesa más un corazón que cuando está vacío. El amor es la principal medicina para curar las heridas y las enfermedades del alma.

—Toma de conciencia de la realidad: Que un niño se dé cuenta de la situación que está viviendo y sepa que no es culpable de la pobreza, inseguridad o escasez, ni de que su padre es un irresponsable, ayudará mucho en su desarrollo. La escuela es un espacio privilegiado para facilitar que quien es víctima de pobreza material, abandono o maltrato físico o psicológico pueda construir resiliencia.

—Creatividad y humor: el ambiente escolar y las planificaciones deben procurar que los alumnos se sientan bien. De ahí la gran importancia de la pedagogía de la alegría. Hay que volver al saber con sabor, pues la actual educación es muy tediosa y aburrida. Si hay alegría, hay motivación, deseos de aprender y superarse. Si en los centros educativos brilla la alegría, habremos conseguido lo más importante.

—Expectativas elevadas: Si el maestro tiene altas expectativas de las posibilidades de desarrollo de un alumno y de que es capaz de superar la adversidad, le estará inyectando seguridad y deseos de esforzarse, pues el alumno tratará de responder a esas expectativas, de la única forma que puede hacerlo: con buenos resultados.

—Construcción de una historia: Es muy importante facilitar a los alumnos la posibilidad de contar su historia porque no han tenido la posibilidad de reflexionar sobre sus vidas. Contar la historia ayuda a comprender y comprenderse, sanar las heridas e incluso a perdonar. La resiliencia no elimina el sufrimiento, pero otorga la fortaleza para superarlo, de modo que no determine negativamente el futuro.

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