El diario plural del Zulia

Madre… por Padre Jaime Kelly

Estamos en el mes de mayo, mes de María, mes de las madres. Con gratitud, una vez más, nos dirigimos a Dios por la gracia de haber querido darnos una madre y agradecemos por cada mujer que no solo permite crecer en su vientre a un hijo para dar vida, sino por la muestra que da de respeto a Dios creador, bendiciendo su vida por recibir un milagro de amor.

Madre no es solo quien biológicamente nos da la vida. Madre es, además, quien con su paciencia, ternura, comprensión, dedicación y sabiduría ha tocado nuestras vidas, llenándola de amor y dulzura. ¡Felicidades a todas las madres!

En lo particular, quiero invitarles a mirar a María, madre de Jesús, nuestro Señor y madre nuestra, a través de una hermosa historia que me permite reflexionar con ustedes, ese amor tan grande, sublime, protector y defensor de nuestra madre del cielo.

Se cuenta la historia de un águila que había construido su nido en lo alto de un peñasco. Cierto día, cuando volaba en torno de su nido, el águila vio a su aguilucho recién nacido que se agarraba desesperadamente del borde del nido, tratando con todas sus fuerzas de sostenerse e impedir así una caída al abismo, lo que sería fatalmente su fin. Como era imposible alcanzar el peñasco antes que su cría cayera, el águila descendió con la velocidad de un rayo debajo de su hijito y abrió sus fuertes alas para interrumpir su caída. Con su cría agarrada a ella, el águila planeó entonces con seguridad de vuelta al nido.

La Iglesia honra y venera a María por ser la madre del Hijo único de Dios y madre nuestra, escogida por sus virtudes con las cuales adorna y corona, cual piedras preciosas la distinción que la hace la mujer “Bendita entre todas las mujeres” y la exalta por el “fruto bendito de su vientre: Jesús”.

La virgen santa María no solo es madre, porque dijo sí a la voluntad de Dios, en el momento en que el Ángel Gabriel le anunció que sería la madre del Hijo de Dios (Lc. 1,21), concibiéndole primero en su corazón antes que en su vientre, por la gracia del Espíritu Santo, sino que es madre nuestra, porque al pie de la cruz nos recibió como hijos nacidos del amor que Jesucristo nuestro Señor nos tiene al dar su vida por nosotros (Jn 19,26).

Nuestra madre del cielo, como buena madre, quiere que sus hijos podamos vivir conforme a la voluntad de Dios Padre, por eso muchas veces como el águila, sale presurosa y viene a nosotros cuando estamos al borde y próximos a caer, para tomarnos en sus manos y llevarnos nuevamente a los brazos de Jesús, nuestro camino, verdad y vida.

Este año se cumplen 100 años de las apariciones de nuestra madre María en Fátima, recordando cuando en el año 1917, en medio de la guerra en Europa, el 13 de mayo, la virgen María se manifiesta a tres pastorcitos ( Lucía de Jesús , Jacinta y Francisco) en Fátima, Portugal, pidiendo que oraran y ofrecieran penitencia por la Conversión de los pecadores y el fin de la guerra. El mensaje de Fátima sigue siendo actual, ante tantas situaciones que vemos no solo en nuestro país, sino en el mundo entero, es necesario unirnos en oración, rezando el Santo Rosario, acudiendo a la santa Eucaristía, adorando a Jesús en el Santísimo Sacramento y con ando en las promesas de Dios, pues al decirnos “Mi corazón inmaculado triunfará”. Quiere decir “que el corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que cualquier tipo de arma”. Oremos y confiemos.

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