El diario plural del Zulia

Llámame Adela, por Ender Arenas Barrios

El presidente Maduro le ha sugerido a Winston Vallenilla, en tono orden de cumplimiento inmediato, que hiciera una telenovela sobre la vida de su esposa, la diputada Cilia A. Flores. Siempre resulta odioso escribir algo por encargo. Le pasó a Vargas Llosa en un pedimento similar que le hizo Fidel Castro, después de exigirle que le diera a la Revolución Cubana el premio en metálico del premio Rómulo Gallegos, por su novela La Casa Verde. La respuesta obvia fue un NO rotundo, de las dos cosas, pero, especialmente, de la primera... ¿o fue de la segunda solicitud? Bueno, eso no importa.

El caso es que el presidente Maduro le ha pedido a Vallenilla que le haga una telenovela a su mujer. Es casi seguro que tal encargo recaerá en Román Chalbaud. Si es así, la telenovela podría llamarse, digo yo, La Reina… Papeada. Pero, conociendo al autor, podría también hacerle un homenaje a Gallegos, muy propio de él, y entonces, digo yo, la llamaría La trepadora o a lo mejor le haría un homenaje al apellido de la primera señora de la República, ahora, que se ha demostrado que efectivamente el norte es una quimera y Chalbaud, que se las sabe todas, la llamaría Los Flores.

Yo, por mi parte, quisiera participar en la licitación que será convocada por la elaboración del guión que llevará la vida de la primera dama a la televisión. Le tengo nombre, ese que encabeza estas notas: “Llámame Adela”, que les juro por Dios que no tiene nada que ver con esa cosa que anuncian por HBO “Llámame Bruna” (Dios no lo quiera). Esta, de las que yo tengo algunas ideas, es la historia de una muchacha (Adela) que nace en el Tinaquillo profundo, este último calificativo les fascina en la revolución. Tiene 12 hermanos, todos barrigones.

De pobreza proverbial, sale con sus hermanos y su madre en un autobús destartalado hacia Caracas. Aquí sugiero una especie de ashback en color sepia donde ella trae a su mente una escena en la que vestida de jumper y camisita azul, canta la primera estrofa del himno de Tinaquillo: “A la puerta del llano infinito/ Centinela tenaz de mis pampas/ Tinaquillo por Dios fue bendito/ Con honor, con justicia y bonanza.

Como la novela es de 10 capítulos, a veces la vida solo da para 10 capítulos, la sitúo ya madura, graduada de abogado. La escena es bien simple: está Adela sentada con birrete y toga, en el consultorio de Mariluz,
la mejor chamana de Caracas, quien le lee la palma de la mano y le hace una pasada de huevo y le dice: ‘Tu futuro es luminoso, veo vestidos Christian Dior, bufandas y pañuelos Givenchy, ropa interior marca Victoria Secret, zapatos de las mejores marcas y una casa enorme donde todos te hacen reverencias’. Luego, paso a la entrevista con El Comandante de la revolución en Yare, en un capítulo de 30 minutos, donde hay un diálogo más o menos como este:

-El Comandante: Te juro Adela que cuando me saques de aquí me voy a vengar del Dr. Caldera. Lo voy a destruir a él y a toda la cuarta república podrida.

-Adela: Hágalo, comandante. Los venezolanos están locos por ver venganza. Pero, quiero confesarle, a Ud. que es mi Dios, que estoy en una relación con un chofer de metrobús.

-El Comandante: ¿Quién es? Lo conozco? Está con nosotros?, sino es de nosotros, rompe esa relación.

- Adela: es de nosotros, se llama Nicolás.

- Comandante: ¿Maduro?

- Adela: Sí.

- El Comandante: Lo conozco bien. Ha venido mucho por aquí. Es adulador, pero, mansiiito. Tú lo vas hacer llegar lejos. El diálogo sigue… Le he presentado este proyecto a alguna gente que es especialista en eso de hacer culebrones y me han preguntado por qué el presidente Maduro solo es mencionado de pasada. Yo he tenido que decirles una verdad de perogrullo: En las telenovelas hay personajes que son de relleno.

Lea también
Comentarios
Cargando...