El diario plural del Zulia

Ni por las buenas ni por las malas, por Ender Arenas

Maduro se dirige una vez más en cadena al pueblo venezolano, dos días antes ya se había presentado bailando con su mujer. En su cabeza todavía suenan las estrofas de una vieja salsa: Se que tú no quieres / que yo a ti te quiera / siempre me esquivas / de alguna manera/ si te busco por aquí/ me sales por allá/ lo único que yo quiero/ no me hagas sufrir mas/ tú ves, ah. En honor a la verdad, Cilia baila mucho mejor que Maduro quien, al bailar mirando sus pies, quién sabe por qué carajo nos ofreció como nunca una imagen inquietantemente sosa que hizo decir a mi hija que Maduro era tan soso que era incapaz de morirse. A lo que yo le contesté que a lo mejor se muere y la misma sonsera impediría que resucitara lo cual, para decirlo con sinceridad, sería un verdadero alivio para el país.

Pero bueno, Maduro se dirige al país en cadena nacional, solo a pocas horas de decirle a los representantes del Vaticano que el amor es lo que mueve al proceso que él encabeza y empieza a desarrollar un ataque a un sector de la oposición que desnuda sus verdaderas intenciones: Voluntad Popular es un grupo terrorista y Guevara es un cobarde y su inmunidad no lo salvará de un carcelazo, de pronto, se dirige a Capriles y lo llama periquero, convirtiéndose de esta manera en el político más adjetivado de la historia política del país. Recuerden que a Capriles se le ha dicho de todo: chayota, cochina leona, mariquita, caprichito y ahora periquero, ¡váyase para el carajo!

Con el insulto, Maduro cree saberlo: Esto romperá el diálogo, el diálogo es líquido, durará poco. La oposición no aguantará un discurso tan tóxico y terminará por ir a la confrontación. Pero no, la oposición, a diferencia del oficialismo y de los oficialistas, no está armada, y su arrechera no llega al extremo de suicidarse, aun cuando alguna vez lo hizo, pero lo aprendió y ha escarmentado después de muchos años de vivir y sufrir el exilio de su palabra y optó por la estrategia de Mohamed Alí en Zaire, esquivar en las cuerdas.

Yo me inclino por llamar a Maduro fascista sin carisma y que pretende implementar en el país ese invento franquista llamado el fascismo sin carisma. Eso es su naturaleza. Que conste que cuando digo que Maduro es un fascista sin carisma no es de mi parte un insulto, solo doy cuenta de una realidad donde dominan el autoritarismo, el abuso, el exceso grosero de la propaganda, la corrupción convertida en régimen político, el aplastamiento a la sociedad civil y a la sociedad política (espacio de los ciudadanos organizados en partidos políticos) por los aparatos represivos del Estado (TSJ, CNE, FANB), el corporativismo unanimista del PSUV, la pérdida de garantías jurídicas, el uso progubernamental de la televisión, la detención, con su respectiva tortura de líderes de la oposición.

Pero faltaba la guinda: “Ni por las buenas ni por las malas llegarán a Mira ores”, “Deben aprender a dejarse gobernar por la revolución”. De verdad, no sabemos si Maduro dice semejante vaina por ese exceso de soberbia y grosería que Chávez le heredó o simplemente porque está preso del miedo que lo ha paralizado, inclusive para bailar. En todo caso, ambas expresiones, inequívocamente y fuera de toda duda, convierten a Maduro en sinónimo de dictatorial y autocrático.

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