El diario plural del Zulia

Las 30 mil de José Vicente, por Vladimir Villegas

Las manifestaciones populares del jueves 1º de septiembre se dieron, salvo escaramuzas muy menores y abusos de autoridad para impedir la llegada de manifestantes a Caracas, en medio de un clima de paz y civismo acorde con la naturaleza de los venezolanos y con la serenidad necesaria que nos evite el trago amargo de la confrontación violenta. Hay que saber leer lo que pasó ese día, y mas que eso, hay que tener sincera voluntad de leerlo en forma correcta. Vimos dos concentraciones. Una, inmensa, arrolladora, que tomó varias avenidas de la zona metropolitana, incluidos sectores del supuestamente inexpugnable municipio Libertador. Otra, en la Avenida Bolívar, sin la fuerza y la contundencia que en el pasado casi que reciente mostraba un chavismo que realmente tenía el control de la calle, un indiscutible respaldo popular que hoy apenas es una sombra, un recuerdo.

José Vicente Rangel, tal vez en un acto de auto compasión, se atrevió a minimizar las dimensiones de la Toma de Caracas, creyendo tal vez que de esa manera pudiera insuflar ánimo a una dirigencia seguramente estremecida por las dimensiones de calle que mostró, mas que la MUD, el descontento popular frente a una manera de gobernar que luce agotada, y cuyos resultados han sido el principal convocante de la protesta. Eso tienen que leerlo, mi estimado José Vicente, tanto el presidente Nicolás Maduro como quienes lo rodean, entre ellos tú, que dada tu experiencia y olfato político, sabes muy bien cuando un país se ha decido por el cambio. ¿O acaso no es una señal concreta lo ocurrido en Villa Rosa, un sector popular del Nueva Esparta?

Pudiera entenderse, José Vicente, que en medio de la emoción de un discurso hayas optado por minimizar, por tapar, como quien tapa el sol con un dedo, el impacto que significa verificar en vivo y en directo la debacle social y política de un movimiento como el que lideró Hugo Chávez. Lo que no se entendería es que en privado no le adviertas, con la autoridad que tienes, al Presidente y al resto del liderazgo psuvista, sobre las consecuencias de ignorar lo que pasó ese día.

El 1-S supera en importancia y magnitud al 6-D, y una fuerza política como el PSUV tiene que asimilarlo para tratar de corregir el rumbo equivocado, con miras a preservar su futuro político. Ciertamente es risible que digan que el pasado jueves solo salieron a marchar contra el gobierno unas 30 mil personas. Lo grave sería, mi estimado José Vicente, que terminen por creerlo y por hacérselo creer a sus seguidores. Estaríamos ante un terrible caso de disociación, mal que, por cierto, en mas de una oportunidad el chavismo se lo atribuyó a la oposición con alguna razón. No se trata de echar números y contar cuadras. Lo evidente no necesita explicación, solo la reacción adecuada.

La relación del Gobierno en su conjunto, con ese descontento, más que con la MUD, se sigue dando desde la descalificación, desde la represión, desde la arbitrariedad y otras muy diversas formas de maltrato. ¿Hasta donde una mayoría de la sociedad, agotada, sedienta de cambio de sus condiciones de vida, puede soportar que, una fuerza hoy minoritaria a todas luces, siga gobernando de espaldas a la realidad y con dudoso apego a la constitución y a las leyes? Lo mejor es actuar con la vista puesta, más que en la inmediata preservación del poder, en el futuro, en su reingeniería, en una necesaria e impostergable revisión de todos sus errores, y sobre todo en la construcción de un nuevo liderazgo que le permita atravesar exitosamente el accidentado camino que tiene por delante. Puede comenzar a hacerlo ahora, con decisión y espíritu autocrítico, o seguir corriendo la arruga, como se hizo con la postergación de las decisiones económicas que seguramente habrían evitado que el país cayera en el atolladero político y social donde se encuentra. ¿No es así, José Vicente?

 

 

 

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