El diario plural del Zulia

La MUD y su otra Venezuela, por Hugo Cabezas

Uno a veces se pregunta, ¿por qué la derecha venezolana es tan resistente al cambio? ¿Por qué sigue tan apegada a las viejas prácticas políticas cuartorepublicanas? La respuesta a estas interrogantes no es sencilla. La manera como conciben y hacen política, es correspondiente con su concepción de la sociedad. Conciben la política desde una perspectiva neoliberal. Para ellos, la política es una actividad, eminentemente, mercantil. Para ellos, el orden jurídico-constitucional y las instituciones del Estado, tienen un carácter subalterno frente al mercado, su función es la de garante de la gobernanza. Por eso, violan la Constitución Bolivariana y demás normas jurídicas, que regulan el normal funcionamiento de la sociedad venezolana. Por eso, pretenden imponer al Poder Legislativo por sobre el Poder Ejecutivo, pretenden que el Consejo Nacional Electoral adecúe la normativa de los actos electorales a sus intereses, modifican y elaboran leyes de acuerdo a sus deseos de hegemonizar la sociedad venezolana. Por eso, hacen todo lo que han hecho durante estos diecisiete años; ya que, su objetivo supremo es tomar el poder por el poder mismo.

Su dirección, asociada en la MUD, no ha sido capaz de percibir los cambios que se están produciendo en las más diversas latitudes del universo y, de manera particular, en nuestro hemisferio y nuestro país. No ha sido capaz de entender que, con la modernidad capitalista, se dio inicio a la supresión de la convivencia de lo diverso. Que la imagen y el concepto del hombre que ella impuso, lo convirtió en un ser “individualista y relativamente histórico”. Se estableció una racionalidad formal a partir del individuo que le fue impuesta a la sociedad entera, a través de sus instituciones y niveles. Esa dirección no ha logrado descubrir que, pensar el futuro de Venezuela, significa entender que éste tiene que ser radicalmente distinto a los modelos de desarrollo que se han diseñado e instrumentado para nuestra formación social.

Por eso, su dirección no ha logrado asimilar que con la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela se estableció un nuevo modelo de país y, por ende, un nuevo modelo de democracia. Por ello, sueñan con el retorno a los viejos esquemas y procedimientos de la democracia representativa; con nostalgia, recuerdan las prácticas clientelares, la toma de decisiones cupular, de cogollos; con tristeza, miran el pasado y sienten como perdieron sus privilegios; con envidia, con mucha envidia ven como los venezolanos dejaron de ser sus súbditos, que éste ahora habla de política, se hizo político; con resentimiento, miran a los miembros de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y se percatan que el papel de estos no es servirles en el jardín de sus lujosas residencias. Ramos Allup cada vez que recuerda el día en que vistió a Blanca Ibáñez de coronela, zapatea, grita, dicen sus más cercanos colaboradores que hasta bota espuma por la boca, al recordar aquellos años en que era el principal amanuense de Jaime Lusinchi; pero, lo que más rabia les da es ver que el pueblo, esos niches, esos tierruos, esos marginales, hayan dejado de ser los excluidos de siempre. De nitivamente, la dirección de la derecha venezolana, asociada en la MUD, no ha logrado entender a Venezuela. Su último gran error es no haber entendido que, la unión cívicomilitar, es una forma superior de hacer política, de la democracia y del poder popular.

 

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