El diario plural del Zulia

La diplomacia del nuevo gobierno, por Julio Portillo

Una de las tareas más difíciles de un nuevo gobierno en Venezuela es recomponer su diplomacia. Desde la evaluación de su personal diplomático, hasta la fijación de sus prioridades geopolíticas. El país deberá someterse a una transfusión de sangre nueva en materia de representación diplomática. Hay que dar respuesta inmediata a una relación distinta con Estados Unidos, Colombia, el Caribe, Cuba, Brasil, la OEA, Unasur, Mercosur, derechos humanos.

Venezuela se ha quedado atrás en materia de sus relaciones internacionales. Se quedó contemplando su geografía de manera estática, con una diplomacia preventiva, en tanto que el mundo del siglo XXI es de países que por más pequeños que sean algunos trabajan de manera dinámica, echando mano de la geopolítica. Venezuela es cada vez más un Estado en soledad.

Una diplomacia en manos de militares formados para la guerra y no para la paz, sin el arte de la negociación, idiomas, elocuencia, informática, historia, geoestrategia, es un oficio en manos de lo que Telleyrand llamó una vez “los tesoreros de la república”. Generales cada vez más enriquecidos, poseedores de una colección de vicios.

Hay que recomponer las relaciones con Estados Unidos sin refrescar viejas heridas que puedan despertar nuevos resentimientos. Estados Unidos está arreglando su problemática interna y en tanto que potencia mundial está ante objetivos nada fáciles de tratar como las situaciones en Siria, Afganistán, Isis, el Medio Oriente, Ucrania, Turquía.

Las consecuencias de la llamada paz de Colombia, no puede ser asumida con criterios colaboracionistas, ni con óptica indiferente. Hasta qué punto la terminación del conflicto colombiano, no supone el traslado a Venezuela de los vicios de las FARC: secuestro, narcotráfico, afectación del comercio bilateral y del medio ambiente. Hay zonas en los Estados Zulia y Apure donde la guerrilla colombiana cobra peajes a los hacendados y comerciantes venezolanos.

La relación con el Caribe insular angloparlante, Guyana y Surinam debe ser revisada. Venezuela no puede seguir siendo la subsidiaria petrolera de estos micro Estados, ni el país pasivo que permanece inodoro ante una multilateralidad que lo usa.

Las membresía venezolana en Mercosur, el Alba, Unasur, Celac, los No alineados, necesita otra dimensión lo mismo que las relaciones con Cuba y Brasil. Esto es el interés nacional y la política exterior que no puede seguir siendo improvisación e inmediatismo.

 

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