El diario plural del Zulia

La decepción del socialismo del siglo XXI, por Manuel Ocando

El alza de los precios internacionales del petróleo que se convirtió en la gran riqueza petrolera venezolana, fue sin duda la base de sustentación del proyecto denominado: Socialismo del siglo XXI.

Más de un billón de dólares ingresó a nuestro país, por concepto de renta petrolera, durante los últimos años, una cifra 30 veces mayor a lo gastado en la reconstrucción de toda Europa, luego de la Segunda Guerra Mundial.

Todo estuvo “funcionando muy bien para el gobierno”, mientras hubo dinero, pero la pésima gestión del gobierno populista, dejaron al socialismo del siglo XXI sin su encanto principal, el dinero.

No es cierto que la caída de los precios del petróleo sea el origen de la crisis. Las reservas internacionales, entre el año 2008 y 2013, mucho antes de caer los precios del petróleo, ya se habían reducido en un 50 %, es decir, mientras los precios del petróleo estaban más altos y la deuda pública crecía, al mismo tiempo nos estábamos consumiendo las reservas internacionales.

El Gobierno puede decir lo que quiera para esconder el fracaso de su modelo, pero los datos son evidentes somos el país con la inflación más alta del mundo, que ha destruido la economía, la clase media, los activos de las personas y las instituciones.

El resultado del experimento más devastador que se le puede hacer a un pueblo, se hizo en Venezuela, a pesar de saber que ya había fracasado en Cuba, China, Chile y la Unión Soviética.

Cuando se estudian las experiencias de las economías de corte e ideología socialista–marxista en países como la extinta Unión Soviética, Cuba y Nicaragua, vemos un denominador común, su frustración en ofrecer una economía vital y pujante, generadora de empleos, bienestar y de mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos.

Cada día China, por ejemplo, abre sus mercados a la inversión foránea, estableciendo reglas claras y seguridad jurídica para esas inversiones. Esto contrasta con el caso venezolano, donde cada día las garantías, marco legal y constitucional para los inversionistas nacionales o extranjeros, se extinguen.

El planteamiento socialista está muy alejado de las corrientes modernas y de desarrollo de los países que han alcanzado el éxito económico, o se encuentran en vías de alcanzarlo.

Especialistas en el área económica coinciden en que la salida a la severa crisis económica que vive Venezuela debe pasar por un cambio de gobierno.

Hay que poner un freno y tomar medidas económicas acertadas, puesto que es obvio que este gobierno no tiene visión para entender la profundidad y la dimensión de la crisis que estamos viviendo. El socialismo del siglo XXI acabó exactamente igual que el del siglo XX, en la escasez más atroz generada por un modelo que penaliza el emprendimiento y la libre iniciativa de los ciudadanos.

El origen de la crisis venezolana se debe a un modelo “fracasado” que llevó al aparato productivo nacional a su destrucción. El modelo socialista cumplió su objetivo que fue destruir el sistema de incentivos; y una economía que destruye la función empresarial, la producción, la capacidad de innovación y de emprendimiento, está condenada a la miseria y a la pobreza.

Sin embargo, el Gobierno sigue empeñado en mantener un modelo que ha probado reiteradamente su inmenso fracaso en todos los lugares. Estamos ante un fracaso ideológico que ha causado una gran decepción al pueblo venezolano y que requiere de una urgente solución política.

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