El diario plural del Zulia

La consolidación de la Independencia, por Judith Aular de Durán

Ayer, 5 de julio, celebramos los 205 años de la Firma del Acta de la Independencia y Día de la Fuerza Armada Nacional. Quiero expresar en estas líneas que el momento es propicio para la reflexión sobre el destino y las posibilidades verídicas que tienen las generaciones contemporáneas del alcanzar la nación vigorosa, próspera, de ejemplo y virtud que soñaron nuestros libertadores.

Si bien es cierto, la gesta independentista venezolana fue un movimiento único y relevante en su época que dejó huella por toda América e inclusive cruzó el Atlántico para sembrar su influencia renovadora en el propio corazón de los imperios.

Pero un país puede considerarse libre y soberano, cuando existen las garantías y el respeto a los derechos y deberes de los ciudadanos. Es por eso que el término “independencia” supera la esfera político-militar.

En un tiempo de escenarios globalizados, con tantos vínculos e intereses contrapuestos, difícilmente una nación puede declararse como absolutamente independiente. De manera que aquella percepción estática, casi simbólica, que teníamos de la independencia se ha transformado en una realidad dinámica, de países que poseen las su cientes fortalezas y posibilidades de guiar su destino con éxito y resultados alentadores en el desarrollo humano.

Indudablemente, las fronteras de la independencia se alcanzan a través de la auténtica oportunidad que tengan los ciudadanos de decidir según sus propios intereses y dentro de una razonable convivencia para gozar en equilibrio, sin exclusiones, del mayor acceso posible a los bienes físicos y espirituales que hacen de la vida un tránsito digno y saludable.

Hoy, la independencia está representada más en el aula de clase que en el campo de batalla. No hay nada mejor que invertir en la educación, el desarrollo cultural, tecnológico y en los jóvenes que son el futuro de nuestra patria y la fuerza motora de este país.

La clave para que una nación sea próspera está en el estímulo a la actividad educativa e innovadora, en el desarrollo de una economía sustentada en la socialización de los saberes. Ese fue el sueño de hace 205 años de la generación de avanzada que nos libertó. Un sueño que debemos tener siempre presente y recordar en estos tiempos. No solo el tener símbolos patrios, un territorio y una moneda ratifican la consolidación de la independencia. Ahora más que nunca, desde todos los sectores y en especial desde la academia, cuna de la generación de vanguardia de este país, debemos conquistar apegados a la sabiduría y el conocimiento la Independencia de Venezuela.

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