El diario plural del Zulia

La carencia de medicamentos, por Manuel Ocando

El desabastecimiento, y por ende, la escasa disponibilidad de medicamentos sigue siendo una verdadera calamidad para los pacientes, situación que se puede comprobar ostensiblemente en las farmacias y hospitales. El país actualmente carece de más de 872 fármacos fundamentales que forman parte del arsenal terapéutico médico venezolano. Según los expertos, las cifras de escasez de medicamentos son las de un país en guerra. La Federación Farmacéutica de Venezuela la sitúa ya en cerca del 90%. Enfermos de Parkinson, de cáncer, portadores del VIH, pacientes asmáticos, con epilepsia, hipertensos y diabéticos, entre otros, deben recorrer en largas jornadas las farmacias en busca del tratamiento necesario para su subsistencia, conseguir que se lo despachen de otro país o simplemente acudir al mercado ilegal.

Una situación verdaderamente dramática y triste que nos golpea duramente lo que nos duele en los profundo debido a la impotencia que sentimos los médicos por la situación, pues nos llena de angustia e inquietud, ya que tenemos la gran responsabilidad de cuidar la salud de nuestros pacientes, y las enfermedades crónicas y agudas de nuestros pacientes no esperan para ser tratadas.

Los pacientes en vista de las dificultades encontradas para adquirir los tratamientos preescritos recurren en forma desesperada a comercios informales con registros ilegales, con el altísimo riesgo de comprar y consumir medicamentos falsificados, elaborados con materiales peligrosos, los cuales pueden producir graves complicaciones de salud y hasta la muerte. Por otra parte, para compensar la escasez, los pacientes reducen inadecuadamente las dosis de medicamentos con la finalidad de tener tratamiento para más días, produciendo niveles terapéuticos no óptimos en el organismo para controlar las enfermedades. Algunos se ven en la necesidad de suspender el tratamiento médico en forma abrupta ocasionando reacciones adversas severas, como, por ejemplo, la hipertensión de rebote por supresión brusca de agentes betabloqueantes. Las consecuencias obviamente son funestas y lamentables para la salud y calidad de vida de los pacientes.

El verdadero problema del país es de abastecimiento y no de distribución. La capacidad instalada de los laboratorios está por debajo de 50% porque no tienen materia prima y no hay como producir. El único responsable de esta oscura situación es el Gobierno nacional porque no se le otorgan divisas a los laboratorios. No puede ser que el Estado venezolano compre medicamentos afuera que pueden ser producidos en el país matando de esta manera la producción nacional.

Actualmente el Gobierno, buscando una solución, agrava aún más la situación permitiendo la importación de medicamentos a “dólar paralelo”, viéndose afectada la capacidad de los venezolanos de adquirir los fármacos por sus altos costos. Es decir, el Gobierno permite que se dolaricen los precios de los medicamentos, cuando estos deben ser importados a un dólar de 10 bolívares.

Es triste ver cómo se mueren los ciudadanos en este país, ya de por sí afectados por mil penurias y carencias, debido a la ineptitud, la indiferencia, la incapacidad, la improvisación y la ligereza con que se trata una materia tan sensible como es el tema la salud de sus habitantes.

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