El diario plural del Zulia

¡Jesús toca a tu puerta!, por Jaime Kelly

Estamos en Adviento, tiempo de Gracia y preparación para celebrar con gozo, la Navidad, momento en que recordamos la venida al mundo de nuestro Señor Jesucristo. La Iglesia nos enseña acerca de las tres venidas de Jesús al mundo y a nuestras vidas. La primera, en su Encarnación y Nacimiento; es la “fragilidad humana”. La segunda, en Espíritu y Poder, es la que se manifiesta cada vez que invocamos al Espíritu Santo, oramos, leemos la Palabra y participamos de los sacramentos, y la tercera, en gloria y majestad, cuando Jesús venga definitivamente a instaurar su reino.

Hermanos, Jesús siempre viene a nuestras vidas y toca a nuestra puerta. Somos nosotros quienes decidimos abrirle o no.

Comparto con ustedes una conocida reflexión que nos ilustra lo que esto representa: “Un hombre había pintado un lindo cuadro. El día de la presentación al público, asistió mucha gente, pues se trataba de un pintor muy famoso. Llegado el momento se tiró el paño que revelaba la pintura. Hubo un caluroso aplauso. Era una impresionante figura de Jesús tocando suavemente la puerta de una casa. La imagen de Jesús parecía viva y se destacaba la forma de colocar su oído junto a la puerta, como si estuviera esperando que, de adentro de la casa, alguien le respondiera. Todos admiraban aquella preciosa obra de arte. Entre tantas personas, un observador muy curioso, se acercó al artista y le hizo una observación, pensando que la obra tenía una falla, y le dijo: —La puerta en la pintura no tiene cerradura, ¿Cómo, entonces, se hace para abrirla?—. El pintor le respondió: —Así es, porque esa es la puerta del corazón del hombre. Solo se abre por el lado de adentro—”.

Hermanos, la Palabra de Dios nos dice: “Mira que estoy a la puerta y llamo: si uno escucha mi voz y me abre, entraré en su casa y comeré con él y él conmigo” (Ap3,20).

El Señor toca a la puerta de tu corazón para entrar en la intimidad contigo. Si tú le abres, Él podrá sanarte, consolarte, animarte y vivir a través de ti. Desde tu corazón guiará tus pensamientos, tus palabras y tus acciones y serás presencia de Cristo en este mundo. Si por el contrario, le cierras la puerta de tu corazón, vivirás en lo efímero, en lo superficial, en el vacío, en el egoísmo, en la tristeza, en las tinieblas y en la muerte.

Jesús nació en un pesebre, “pues no había lugar para ellos en la sala principal de la sala” (Lc 2,7b). ¡Cómo no conmovernos, ante su nacimiento!. Siendo el Hijo del Creador y por quien fueron creadas todas las cosas, no tuvo un espacio digno y acorde a su naturaleza divina. Pensemos en el establo, los animales, la paja, el estiércol…. ¿Qué nos quiere decir Jesús con ello?

Él nos dice: No importa la pobreza, la miseria, la oscuridad de tu corazón, “Yo Soy la Luz del mundo” y vengo a enriquecer, limpiar e iluminar tu corazón, como aquella noche lo hice en ese establo en Belén. Solo ábreme la puerta de tu corazón y déjame ser tu Mesías- Salvador.

Hermano, no le niegues “la sala principal” de tu vida a Jesús. Déjalo nacer en ti, prepárate para recibirle y deja que su gloria brille sobre ti, y la paz reine en tu corazón. Vive intensamente este adviento para gozarte en la Navidad y experimentar el cambio que Jesús trae a tu vida, a tu familia y a nuestro país. ¡Amen!

 

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