El diario plural del Zulia

Inteligencia espiritual y espiritualidad cristiana, por Antonio Pérez Esclarín

Acaba de salir publicado un nuevo libro mío que lleva por título Inteligencia Espiritual y Espiritualidad Cristiana (San Pablo, Caracas, 2016). Más allá de si las personas son religiosas o no, de si son creyentes, agnósticos o ateos, todos poseemos inteligencia espiritual que es una modalidad de inteligencia, que también se denomina existencial o trascendente, y nos permite abordar las cuestiones esenciales de la vida. La inteligencia espiritual abre la mente a una constelación de preguntas esenciales que exceden las posibilidades de las otras modalidades de inteligencia: ¿quién soy?, ¿qué hago en esta vida?, ¿para qué vivo?, ¿cuáles son mis ideales y metas?, ¿cómo me imagino realizado y feliz?, ¿cómo concibo la muerte?, ¿cómo me preparo para ella? Tales preguntas carecen de una respuesta definitiva por parte de la ciencia, pero no por ello son absurdas ni estériles. Expresan el deseo de trascender, de cruzar los límites del saber. Porque muchos no se atreven a plantearse estas preguntas cruciales, viven sus vidas de un modo superficial, sin sentido, sin un horizonte al que dirigirse que merezca la pena. Con frecuencia, caen en el vacío existencial, en la ambición, en la violencia, en la trivialidad, en diversas adicciones.

La inteligencia espiritual permite la comprensión y aceptación de uno mismo como una persona valiosa y digna, con una misión en la vida. Es, en consecuencia, la inteligencia que nos permite tomar decisiones responsables, optar por valores esenciales, conducir bien la propia vida, tomando el control y la responsabilidad de los pensamientos, sentimientos, acciones y valores. Es la inteligencia del ser profundo que nos protege contra la degradación moral, y nos permite ser felices a pesar de las circunstancias, no a causa de ellas, pues la fuente de la felicidad viene de adentro, no depende de circunstancias externas. La inteligencia espiritual nos impulsa a tratar a todo el mundo con respeto, a evitar causar daño a cualquier ser vivo y procurar el bienestar de todos.

La inteligencia espiritual tiene que ver con la autodeterminación, con hacer de la vida un proyecto, conduce a la sabiduría, que no consiste en saber muchas cosas, sino en la capacidad de ir a lo profundo. El conocimiento nos informa, la sabiduría nos transforma, nos induce a vivir bien pues tiene como fin la felicidad, la vida plena. La atrofia de la inteligencia espiritual comporta graves problemas: el fanatismo, la banalidad, el servilismo, el dogmatismo, el sectarismo y demás infortunios que afectan el mundo actual.

En cuanto al libro, en los primeros capítulos hago un llamado a superar la irracionalidad del mundo puramente racional y a recuperar la interioridad como camino a una vida más auténtica y feliz. Incluyo la inteligencia espiritual en el abanico de inteligencias múltiples de Howard Gadner, y trato de explicar en qué consiste y cómo cultivarla. En un último capítulo planteo la Espiritualidad Cristiana como un modo (no el único) de concretar la Inteligencia Espiritual en una opción de volver con radicalidad a Jesús y su evangelio, de modo que sigamos su proyecto de construir aquí, en la tierra, un mundo justo y fraternal, donde los últimos sean los primeros, como lo quiere el Padre.

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