El diario plural del Zulia

Heteronomía de la voluntad, por Luis Camilo Ramírez

En las sociedades modernas en ciertos estratos, parecen estar desarrollándose unas especies de códigos antiéticos con tendencia, que a los individuos les parecen normales ciertas conductas que delimitan con lo delictual. Ante estas conductas existe una “tolerancia” de quienes tienen la obligación de sancionarlas.

La “tolerancia” a la conducta delictual nos ha llevado a su multiplicación, de modo que los individuos que interactúan en una sociedad determinada aceptan esas conductas que se encuentran fuera del marco normativo, predisponiéndolos a tener similitud de comportamiento.

La heteronomía de la voluntad es un término desarrollado por el filósofo Immanuel Kant, referido a la conducta que tiene su influencia por una fuerza exterior al individuo, considerando tal acción como “no moral”, “ni moral ni inmoral”. Es decir, el caso en que la voluntad no está determinada por razón del individuo, sino por lo ajeno a él, el comportamiento de la mayoría donde se cohabita. De tal forma, que el individuo es enajenado de su voluntad, al ser obligado a comportarse como la mayoría del resto de sus convive, convirtiéndose su conducta en reflejo del resto de la sociedad donde cohabita para ser aceptado.

En este mismo orden de ideas, la conducta social general impone al individuo su patrón de comportamiento, lo que genera que sus decisiones serán producto de lo que esa sociedad le envía como mensaje conductual, y aun cuando no es obligado de manera coercitiva, le es impuesto de manera inconsciente, ya que el comportamiento del ser humano tiende a tener similitud al de las manadas.

La heteronomía es lo opuesto a la autonomía, puesto que desde esta perspectiva la conducta del sujeto depende de las “reglas” impuestas por lo que la mayoría social imponen, dentro de las cuales deben actuar. A ello podemos agregar que la voluntad podría tener dos elementos, según Kant, el primero ligado a la razón, cuando está, perfila el patrón de comportamiento, allí es autónoma dándose el individuo a sí mismo, un orden normativo que marcará su actuación, y el segundo elemento es la inclinación, como la llama Kant, que es el conjunto de propensiones sensibles venidos del ambiente que lo rodea, entonces la voluntad es heterónoma por su generalidad o sincretismo.

Esta tesis kantiana puede parecer extraña para la forma actual de entender las cosas, pues ahora es más bien común creer que se es libre si se es capaz de realizar todas y cada una de los apetencias que se tengan, por lo que se considera a la ley moral como un estorbo para la libertad absoluta, entendida como capacidad para hacer lo que plazca. Sin embargo, Kant pensó que cuando existe el propósito de seguir lo que reclaman de los deseos o apetitos, la conducta no es libre, pues su realización solo es posible doblegándose a las exigencias que impone el mundo y, por tanto, a algo exterior a la propia voluntad.

De modo que si alguien considera que el principio que debe regir su conducta es el de obtener reconocimiento social por encima de todo, su conducta no será constante pues tendrá que someterse a las exigencias determinadas por la dinámica del comportamiento social, por apetecer llegar a la aprobación del resto de los iguales que les rodean.

 

Lea también
Comentarios
Cargando...