El diario plural del Zulia

Heil Trump!, por Roberto Hernández Montoya

“Heil Trump!” oí gritar en un video a los supremacistas blancos en Charlottesville, el sábado pasado. Los guionistas de South Park no se burlarán más de Donald Trump porque dicen que ya es su propia caricatura. Lo malo es que no solo dan risa, sino también muerte. Trump y demás extremistas son monos con botón nuclear.

La oposición venezolana practica ese humor. Involuntario (por respeto me niego a creer que Ismael García no se da cuenta de su fastuoso ridículo). Su falta de autoestima no puede dar para someterse a tanto bochorno solo por menearle la colita a Trump, digo yo. La sumisión debiera tener un límite, cosas mías. Por eso tienen cada día menos simpatía. María Corina prometió meditar sobre eso. Esperamos resultados.

Hay dos vertientes del racismo: el que estipula que las razas “inferiores” deben darse su puesto subalterno y el que las lincha. Como el asesino que arrolló a varias personas –su madre cuenta que la golpeaba– o quienes pegaron candela en Venezuela a casi 30 personas por el tono de su piel o porque según el código penal guarimbero “parecían chavistas”. ¿Qué dirá el Santo Padre que vive en Roma? Dice que hay que suspender la Constituyente. Tanto nadar para venir a ahogarse en la orilla. Lo sospeché desde un principio: amago de izquierda y ejecución de derecha. Es aburrido. Pero no es al jesuita a quien quiero cargar las tintas. Es al Ku Klux Klan y a sus afines en Venezuela.

Tal como venía conjeturando, la simbología medieval de los escudos guarimberos no es casual. Tiene el mismo útero monstruoso: el fundamentalismo de la ultraderecha mundial. En Charlottesville también usan escudos con cruces inquietantes. Míralas. Allá añaden banderas nazis y vi a un tipo con una esvástica tatuada en el pecho. Dan escalofrío. Allá y aquí, sobre todo cuando el Führer nos amenaza con una “opción militar”, o sea, devastar el país para liberarlo, mira a Libia. Trump es como la oposición venezolana: no pega una, porque ahora está enfrentado a su país, que no le importa, pero también al lobby sionista, que sí le importa.

Estamos enfrentando una guerra bufa que no da risa.

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