El diario plural del Zulia

En Colombia ganó Duque la primera, y van a ganar la segunda, por Pedro Mena

Iván Duque logró creando y consolidando su propia imagen de candidato popular, haciendo un gran esfuerzo personal y político
Es muy necesario escribir sobre el reciente resultado de las elecciones democráticas, celebradas hace unos días en el hermano país de Colombia, sus resultados en mi opinión no fueron nada sorpresivo, excepto la intensa votación hacia el aspirante Sergio Fajardo con un 23,7 % de los votos (4.589.696) nada despreciable para un candidato nuevo, navegando en unas aguas menos salpicadas, entre las corrientes extremas de dos posturas ideológicas y antagónicas bien claras, representadas en las ideas innovadoras del liderazgo de la nueva generación que simboliza Iván Duque, expresión insurgente de la derecha tradicional y emergente, simbolizada en los apoyos de los expresidentes Álvaro Uribe, y Andrés Pastrana y la de Gustavo Petro, candidato comprometido con los factores de izquierda, solapada con las FARC y otros grupos extremistas, enemigo de la democracia.
Iván Duque logró creando y consolidando su propia imagen de candidato popular, haciendo un gran esfuerzo personal y político, para no ser visto como una “copia fiel” del presidente Uribe, quien tiene grandes seguidores y admiradores, como yo, de su acción política, pero también tiene una descarada y férrea oposición en todos los terrenos de la política en Colombia, donde confluyen los intereses de odio y venganza de los sectores más radicales del país en armas y en las drogas.
Su estratégica ausencia, me refiero a Uribe, en la imagen electoral de la campaña, fue vital, y beneficiosa para lograr avanzar una línea convergente, audaz, inteligente, unificadora y aglutinante de sectores políticos tradicionales con objetivos comunes a largo plazo, que a partir de la segunda vuelta se expresarán con mayor énfasis, al votar mayoritariamente por la fórmula Duque-Ramírez, única garantía para evitar la versión colombiana de la tragedia política de Venezuela en carne propia.
Existe un hecho muy importante, que deslinda de una vez los campos de las llamadas alianza convergente, que a partir del mismo domingo se comenzaron a fraguar y a negociar en las mesas de conversaciones entre los grupos y partidos de la derecha tradicional y emergente, es que la polarización es una realidad creciente y dinámica, que no se detiene y que se convierte en el arma más eficaz de Duque, contra las pretensiones de Petro como candidato de la izquierda fracasada y narcodependiente de las FARC.
La disyuntiva actual y futura es una Colombia en democracia activa y eficaz o la ilusión fracasada del llamado socialismo siglo XX, que ha destruido a Venezuela, Bolivia, y Nicaragua como resultado final a la vista del mundo.
Otro elemento positivo es la coyuntura internacional que de una forma u otra está beneficiando la postura democrática de Colombia, a pesar de las posiciones internas divergentes, que la coloca en la palestra de la discusión internacional, hoy mayoritariamente al lado de la oposición venezolana democrática, lo cual permite fortalecer una posición más radical clara y definida. Es muy difícil en mi opinión desligarse de estos compromisos políticos con la comunidad internacional, porque ello representa más apoyo económico, político y concreto, al proceso final de fortalecer la democracia en el hemisferio, frente a las pretensiones autoritarias y totalitarias de nuestros enemigos tradicionales, las guerrillas y el narcotráfico castrocomunista en América.
A Petro y su grupo no hay que subestimarlos, no sería inteligente hacerlo, ellos tiene mucha capacidad de maniobras y dinero, proveniente del narcotráfico y lavado de dineros de las FARC, lo cual es un arma poderosa para tratar de tumbar, o sabotear cualquier intención aglutinadoras contra Petro, sin embargo, considero, que es muy difícil “quebrar” la creciente mayoría de votar por la salida democrática y más segura para los colombianos de hoy y mañana, representada en el dúo invencible Duque-Ramírez, máxima expresión democrática de la Colombia de Pastrana, Uribe, Fajardo, Vargas Lleras, De la Calle y Trujillo.
En cuanto a los votos de César Fajardo, su mejor opción política sería dejar libertad de votar a sus seguidores, para mantener su liderazgo intacto, de optar por un apoyo directo a cualquiera de los dos candidatos, su fuerza se evapora, se divide y se deslinda, porque el traslado de sus votos, que son aluvionales, a otros no opera en la realidad, y pierda así la posibilidad en el futuro ser candidato presidencial ganador o a la Alcaldía de Bogotá donde obtuvo su más alta votación.
Confiemos en la capacidad, experiencia y lucidez mental, de la dirigencia política colombiana, que está dictando cátedra a muchos líderes y dirigentes políticos de otros países, incluyendo a los venezolanos, algunos de ellos, sumergidos en posturas individuales y grupales por encima de los intereses sagrados de Venezuela, los cuales imposibilitan la conformación de una fuerza única, capaz de derrotar la dictadura de Maduro.
Colombia con su proceso épico e histórico, y con muchos obstáculos por vencer, nos brindará nuevamente sus lecciones prácticas, para luchar, unificar y derrotar al oscurantismo político, de fantasías tropicales que representa el candidato solapado de las FARC y la opción clara y transparente del liderazgo insurgente y democrático de Iván Duque. Estoy seguro de que “ van a ganar de nuevo”.
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