El diario plural del Zulia

El último bote del Titanic…, por Jorge Sánchez Meleán

El régimen chavista es un barco a la deriva que se estrelló por su ineficiencia, sectarismo y corrupción, contra un gran iceberg: el Pueblo venezolano. El soberano no soportó más la violación descarada de la Constitución de 1999 y el desconocimiento de la separación y autonomía de los poderes. Ni la aplicación, en su lugar, de una constitución sociológica de hecho, fundamentada en un marxismo trasnochado, para darle vigencia al socialismo del siglo XXI, a través de un Estado Comunal.

No aguantó la incapacidad de un régimen que nos está sumiendo en la mayor pobreza. Se rebeló contra quienes manejan una economía que decrece paulatinamente, mientras los precios de todo son cada vez mayores. El pueblo está censurando a los responsables del desempleo y la escasez. Todos cuestionan el fracaso de la educación y la salud que nunca habían sido más ineficientes. Pero si todo ello es grave, más aún lo es, el desconocimiento descarado de los Derechos Humanos más elementales.

Por ello, el pueblo enardecido, ante esta crisis sin precedentes en nuestra historia contemporánea, como mar embravecido, ya está cerca del cuello de quienes son responsables de este barco sin timonel. Estos pretenden salvarse, lanzando botes cargados de demagogia e improvisación como los CLAP, el Carnet de la Patria, las fracasadas misiones, los motores fundidos de una economía inviable o los consejos comunales y comunas. Pero ya cuando el barco comienza a hundirse, porque todo ha fracasado, con los responsables en la cubierta, el régimen ha apelado a un último bote para salvarse que ni siguiera le pertenece: la Asamblea Nacional Constituyente. Y con el mayor desparpajo, pretende usar y abusar de ella, a su libre arbitrio, sin pedir permiso a quien es dueño y depositario de ella: el pueblo venezolano, esa roca inmensa hacia arriba y hacia abajo, ante la cual este régimen, verdadero Titanic del autoritarismo marxista se ha estrellado, después de años de abusos.

A ese pueblo le corresponde ahora impedir que este régimen utilice ese último bote, pues no le pertenece: hay que evitar entonces, que esa Constituyente fraudulenta se instale y opere. Eso nos lo ordenan, entre otros, los artículos 333 y 350 de la única Constitución vigente. Quienes han apelado a este instrumento constitucional de manera fraudulenta, para burlarse de la soberanía del pueblo venezolano, deben quedar como los músicos del famoso trasatlántico: en la cubierta del barco, que se hundirá más temprano que tarde, con su instrumento en la mano, —una Constituyente innecesaria e inconstitucional— sin poder utilizarla, como el último bote salvavidas, de este Titanic del autoritarismo del siglo XXI: el régimen autocrático de Chávez y Maduro.

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