El diario plural del Zulia

El reino de Nicolás I, por Jorge Sánchez Meleán

Por la gracia del TSJ y de sus sucesivas sentencias desde diciembre de 2015, Venezuela tiene ya su emperador: Nicolás I. Ahora sí somos una verdadera potencia, no por la fuerza de nuestra economía, tecnología o cultura, sino por la magnitud de la desfachatez, la irresponsabilidad y el desparpajo con el que estamos manejando nuestras instituciones. Ocupamos el puesto 184 entre 191 países en el índice de calidad institucional en el mundo, al lado de Guinea Ecuatorial, Libia, Eritrea, Somalia y Corea del Norte. En América ocupamos el penúltimo lugar, al lado de Cuba. Somos pues una verdadera potencia en la violación de los parámetros esenciales de un Estado de Derecho democrático. Irrespetamos la democracia representativa. Desconocemos al Poder Legislativo. Violamos los derechos humanos y las libertades fundamentales. Desconocemos la separación e independencia de los poderes. Menoscabamos el derecho al sufragio. Acosamos la libertad de expresión y de prensa. La autoridad militar no está subordinada a la civil. Somos pues, una potencia del autoritarismo, en marcha veloz hacia una autocracia totalitaria .Quienes gobiernan a esa potencia de la desfachatez, después de dos siglos, nos han arrebatado el carácter de república democrática que teníamos desde 1811, para convertirnos en una monarquía socialista del siglo XXI. Las decisiones incongruentes e irrespetuosas de magistrados que actúan como marionetas, que según un verdadero jurista venezolano “cambiaron la toga por la capucha de verdugos”, para cortarle la cabeza al estado de derecho y a la democracia, así lo han determinado, con más de cincuenta sentencias que ofenden la soberanía del pueblo venezolano. Por ello, las sentencias 155 y 156 del TSJ, son apenas dos de las sucesivas sentencias arbitrarias, que ignoran la Constitución y la ley e irrespetan los principios elementales del derecho y del proceso. Todas ellas, desnaturalizan el carácter de nuestro modelo de estado y arrebatan al Poder Legislativo sus competencias y fueros y de manera servil, convierten al que era Presidente de una República democrática, en un Monarca absoluto del siglo XXI, que puede gobernar como le venga en gana, al estilo de un Luis XIV tropical, con “patente de corzo” en la mano, a pesar del mea culpa tardío de las sentencias 157 y 158, que son un verdadero monumento al cinismo jurídico. En consecuencia, gracias a la desgracia de tener unos magistrados serviles, en desacato a la soberanía popular, tenemos en este reino de la impotencia, chavista y castrista, a un monarca de la desfachatez: al emperador Nicolás I. Ojalá tenga un reinado breve como el de Felipe I de Castilla, conocido como el “Hermoso” y pronto seamos nuevamente una república democrática. Eso dependerá de todos y cada uno de los venezolanos.

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