El diario plural del Zulia

El peligro de los paradigmas, por Manuel Ocando

La realidad es algo mucho más extensa y compleja de lo que podemos percibir. Cada uno de nosotros percibe la realidad a través de unos filtros que se han ido creando y reforzando a lo largo de nuestra experiencia y de nuestra historia particular. Estos filtros se denominan paradigmas y son los que constituyen los límites de nuestra percepción. Lo que está fuera del alcance de nuestros paradigmas nos resultará invisible, aunque lo tengamos delante de nuestros ojos.

Un ejemplo nos puede aclarar lo que significa esto. En el siglo XII después de Cristo, un místico sufí llamado Rumi cuenta lo que ocurrió cuando llevaron un elefante a una aldea en la que jamás habían visto uno, y ni siquiera sabían lo que era. Dada la expectactiva despertada, al caer la noche, tres de los habitantes de la aldea, en un deseo de ganar notoriedad, se dirigieron por separado a la tienda donde tenían escondido y a oscuras al animal. El primero de ellos tocó una pata y enseguida le recordó la forma de una columna, con lo cual se alejó convencido de que un elefante era algún tipo de pequeño edificio. Otro agarró la cola y se alejó creyendo que un elefante era una extraña cuerda. El tercero se encontró con la trompa y al ver que se movía pensó que un elefante era una gran serpiente y salió corriendo de aquel lugar.

Todos salieron convencidos de que sabían perfectamente lo que era un elefante. Su falta de otras perspectivas y el sentido que su experiencia daba a lo que percibían fue la causa del error. Si se hubieran comunicado entre sí sus puntos de vista, en lugar de creerse cada uno que lo que había visto era toda la realidad existente, hubieran entendido mejor su experiencia y se habrían acercado más a la realidad.

En los años 70, la relojería suiza, después de un siglo de fomentar la excelencia empresarial y tecnológica, entró en una crisis que supuso la pérdida del 70% de los beneficios mundiales, y esa crisis se debió únicamente a los propios paradigmas de los profesionales helvéticos. El principal inventor del gremio en Suiza creó el reloj del futuro, el reloj digital, pero los fabricantes no supieron ver en aquel invento un nuevo camino para el mundo de la relojería. Ellos tenían claro que un reloj tenía que tener manecillas, cojinetes y engranajes, y aquello no tenía nada de eso, con lo cual carecía de valor. El inventor y propietario de la patente se marchó de la compañía y presentó su invento en la feria anual de relojería celebrada en Suiza. Seiko y Texas Instruments llegaron, vieron y compraron a medias la patente y ustedes pueden imaginar el éxito alcanzado.

La mejor forma de entenderlo es con un cuento que una vez escuche que habla de un señor que tenía mucho dinero pero que se lo había ganado tal vez no de la mejor forma pasando por encima de gente, tenía muchos enemigos, iba en su BMW por una carretera viajando entre una ciudad y otra a una velocidad altísima cuando de pronto se cruza en el carril contrario una persona que pasa y le grita: “¡Burro!”, este señor al oír eso se voltea y le devuelve el insulto y le dice: “¡Burro usted!”, sigue manejando y en la siguiente curva se estrella con un burro. Entonces eso es un paradigma, alguien le estaba tratando de advertir un peligro que le podía salvar la vida y él por sus ideas preconcebidas, por sus experiencias, desecha esa alerta y lo toma como un insulto y vemos que eso le pasa a muchísima gente en muchísimas áreas. Esto es lo que ha sucedido en Venezuela durante los últimos 17 años, que por no ver más allá del paradigma del chavismo castro- comunista esta nación está sumida en la peor crisis económica de la historia del país.

En China, el Gran Salto Adelante se realizó desde 1958 a 1961, y se saldó con un inmenso fracaso, y es en 1960, en una clara actitud crítica a este movimiento, cuando Deng dijo la famosa frase: “No importa que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones...”. Allí se rompió con el paradigma de la Revolución. Pienso que Deng acertó completamente en el diagnóstico y siguió la única política con la que conseguiría su objetivo: hacer que fuesen los países occidentales los que tras - riesen de buen grado su tecnología a China y que formasen a los futuros técnicos chinos, como cimiento del futuro crecimiento económico, y en general, del poder de China hoy día.

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