El diario plural del Zulia

El día que la Sala Constitucional se hizo constitucional, por Énder Arenas Barrios

Fue de verdad una sorprendente novedad, no estábamos preparados para eso. El país quedo atónito, pues después de tanta decisión inconstitucionalmente constitucional, al n los siete miembros de la Sala Constitucional han decidido tomar decisiones que se ajustan totalmente a la Constitución Nacional.

¿Quién fue el de la idea? Nadie lo sabe. En los corrillos judiciales se dice que fue la propia Gladys Gutiérrez, quien desde su cargo de presidenta tomó la trascendental decisión. Sin embargo, a última hora se ha dejado colar la especie que fue la representación judicial del Zulia, encabezada por Calixto Ortega, Arcadio Delgado y la señora Carmen de Merchán, quienes tomaron unilateralmente la decisión de ser constitucionales. Personalmente creo en esta última especie, pues si hay magistrados constitucionales de verdad, verdad, no son otros que estos abogados del Zulia.

De esto dan cuenta las ultimas ponencias atribuidas redactadas por estos tres paladines constitucionales de la Constitución, por ejemplo, está la ponencia donde se designan los nuevos nombres de los estados Venezuela, qué belleza de ponencia, qué genios, qué jurisconsultos, qué vaina, especialmente, la parte donde con valentía deciden que, de ahora en adelante la capital del estado Falcón será por siempre la ciudad de Coro, que el estado Lara tenga por capital la ciudad de Barquisimeto y que Zulia tenga por capital la ciudad de Maracaibo y, finalmente, léase bien, pues acto tan valiente como este solo un TSJ revolucionario, socialista, profundamente chavista y sobre todo constitucionalmente constitucional puede tomar una decisión como esta: el nombre del país quedará como está, lo cual está en correspondencia directa con el artículo primero de la Constitución Nacional, donde se lee clarito que “La República Bolivariana de Venezuela”. Así se queda.

Pero esto de verdad no es nada comparado con la ponencia sobre el café que está en la mezzanina del edificio sede del TSJ, una vez que se descubrió que las sillas eran muy incómodas, para los visitantes que entre sentencia y sentencia se animan a tomarse un guayoyo. La Sala Constitucional que tiene la última palabra y la primera también, decidió que tales sillas deberían ser retiradas de dicho café y ser sustituida por sillas más có- modas, esto está en correspondencia con el artículo 6, donde se dice clarito y la sala está totalmente apegada a el que: “El gobierno de la república blablabla, será siempre democrático (díganme ustedes que puede ser más democrático que tomarse
un cafecito), participativo (claro si es democrático tomárselo, también será participativo, eso es de bolas), también electivo y alternativo (usted elige el café y puede cambiar de pedido cuando quiera, así que puede pedir un guayoyo, con leche o capuchino, etc.) y por último es de mandato revocable (claro usted, puede decidir que ese café no sirve y que usted se va al carajo).

Esta Sala Constitucional nos ha dado una lección de vida y no les cuento lo que hizo con la reforma de los excusados de la Sala Electoral que estaban de lo más inconstitucionales, pues no le cerraban las puertas y se estaban inundando, lo cual producía un terrible hedor que se esparcía por todo el tribunal.

Es justamente esta ley la que nos hizo pensar en los tres maracuchos como los que llevan la voz cantante en el tribunal en su labor de constitucionalizar la Sala Constitucional, pues aquí en Maracaibo se llama excusado a los sanitario.

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