El diario plural del Zulia

Dominicana o el diálogo como pecado, por Vladimir Villegas

Si hay individualidades nacionales e internacionales, guras como el Papa, países y organismos que insisten en la necesidad de que tanto el Gobierno y la oposición asuman el diálogo y la negociación política como vía para solucionar de manera pacífica y constitucional los graves problemas que afectan al país y las diferencias entre las partes, no tiene nada de particular que se produzcan contactos tendentes a lograr que ese diálogo sea una opción real.

¿Qué tiene de malo que a través de un facilitador como el expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero, se haya dado un contacto indirecto entre las partes? ¿Es un pecado imperdonable que se tratara de pasos dados en medio de la mayor discreción posible? Creo que no. Pero obviamente no le correspondía a la parte oficialista dar a conocer el resultado de ese contacto indirecto, y mucho menos de manera inexacta como se hizo.

Tampoco a la MUD, sino a los facilitadores. Diálogos en situaciones tan complejas como las que vivimos en Venezuela no se construyen de la noche a la mañana, y menos frente a las cámaras de televisión. Ya vimos lo que pasó en Miraflores en 2014. Lo que se dio fue un torneo de discursos, o como dice Eduardo Fernández, una docena de monólogos. Esa no es la idea. No necesitamos una catarsis sino un diálogo con negociación, sin cartas bajo de la manga que hagan presuponer que el otro es susceptible de ser manipulado o engañado.

No hubo un contacto directo entre los representantes del Gobierno con los de la Mesa de la Unidad Democrática. Cada grupo se reunió por separado con los facilitadores, representados en esa ocasión por el expresidente Rodríguez Zapatero. Para que se convoque una reunión de los dos bandos con los exmandatarios tiene que haber primero algunos acuerdos sobre los términos y condiciones con miras a que ese diálogo siquiera pueda ser formalizado.

Los radicales de lado y lado harán todo lo posible por evitar que cristalice una iniciativa de esa naturaleza. Eso no es novedad. La novedad es que en esta oportunidad se pueda construir una agenda que permita abordar los temas esenciales y un clima que genere confianza entre las partes y favorezca el logro de resultados concretos.

Estas reuniones pueden o no anunciarse a la opinión pública, y lo sensato, lo responsable y lo conveniente es que si se va a dar a conocer un contacto entre Gobierno y oposición esto se haga de común acuerdo para evitar un uso indebido de la información sobre el encuentro. Ya se han producido experiencias anteriores de contactos directos formales e informales entre la oposición y Gobierno que han resultado en frustraciones y fracasos.

Como hemos dicho en anteriores oportunidades, el diálogo no es fácil de construir, sobre todo cuando existe gran desconfianza e incluso intolerancia entre las partes, pero nada que no pueda superarse con un buen desempeño de los facilitadores. Todo depende, claro está, de la voluntad política de cada factor. No se puede jugar ni a correr la arruga ni a ganar tiempo.

Es un momento de decisiones que van a determinar el curso de nuestro país. El tamaño y la profundidad de la crisis social generada por el desabastecimiento de alimentos y medicamentos, el desaforado incremento de la inflación y el peligro real de que las micro sacudidas callejeras que hemos visto en torno a supermercados y transportes de alimentos se transformen en una incontrolable acción de calle que arrase con lo que es y lo que no es. ¿No es esto un motivo suficiente para asumir seriamente que deben buscarse soluciones por la vía del diálogo, con la constitución como regla de juego fundamental?

Lea también
Comentarios
Cargando...