El diario plural del Zulia

Diálogo, por Ramón Guillermo Aveledo

El Papa Francisco, quien ha estado pendiente de Venezuela desde su elección como sucesor de Pedro, se refirió una vez más a nuestro país el pasado Domingo de Resurrección. Al recordar “las difíciles condiciones en las que vive el pueblo venezolano”, diálogo y colaboración pidió el Santo Padre para trabajar por el bien común, “la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco, lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos”.

Siendo pertinente y oportuno el mensaje, pues la situación económica va tomando cariz de penuria y la gente se siente indefensa ante una violencia sin controles, uno veía sinceramente remotas las posibilidades de diálogo entre los actores políticos. Por el lado del Gobierno se ha notado un interés en la radicalización como modo de unir a los suyos y de llevar el debate político al escenario que más ventajoso le ha resultado. Y por el de la alternativa democrática, se advierte una competencia por perfilar liderazgos que conduce hacia las posiciones más duras. Sin embargo, en su sesión del pasado jueves 31 la Asamblea Nacional (AN), luego de un debate que no prometía nada nuevo y al final de una semana que parecía signada por una polarización recrudecida, aprobó por unanimidad un acuerdo con motivo del exhorto papal. Acuerdo que compromete, porque es la palabra de todos nuestros representantes formalmente empeñada en trabajar por el bien común, lo que desde la cátedra romana se nos ha pedido y lo que es el deber principalísimo de quienes tienen responsabilidades públicas.

Lo que Francisco ha calificado, sin la menor exageración, como “las difíciles condiciones en las que vive el pueblo venezolano”, tienen tal calibre que la respuesta para cambiarlas exige “diálogo y colaboración”. Esas “difíciles condiciones” son la inflación más alta del mundo entero que deshace el ingreso de las familias, las penalidades que pasa cualquier persona para adquirir lo que necesita para alimentarse, asearse, curarse si se enferma. Los problemas para abastecer con lo elemental empresas que son fuentes de trabajo y oferentes de bienes o servicios necesarios. La gravísima crisis de la inseguridad de la vida y los bienes, la banalización de la violencia, la impunidad. Ese es el escenario.

El marco para el encuentro, la justicia y el respeto recíproco es la Constitución. En ella cada órgano del poder nacional, estadal y municipal tiene sus competencias, y en bien del pueblo han de cooperar.

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