El diario plural del Zulia

Diálogo en frontera, por Rubia Luzardo

Revisar el tema fronterizo, en el caso zuliano como referencia cercana más concreta, nos conmina a observar el tema migratorio que ha existido siempre, hoy más evidenciado en el traslado de venezolanos a territorio colombiano en búsqueda de oportunidades de trabajo y progreso. Sin olvidar, que la compleja situación migratoria y las fronteras son realidades que se repiten en todas las naciones del mundo en un marco de conflictividad que arropa a los más débiles. Tal es el caso de que los niños, mujeres y ancianos terminan padeciendo las peores miserias humanas como la mendicidad, hambre, explotación sexual, abusos, discriminación, entre otros.

En nuestra frontera zuliana no hay diferencia alguna con lo que pasa en el mundo, familias enteras cruzan los límites fronterizos buscando un futuro mejor, sin embargo lo que más seguro llevan consigo es la incertidumbre de lograrlo. Lo paradójico del caso es que pese a las restricciones impuestas por el gobierno venezolano, incluso colombiano, pareciera multiplicarse el deseo de atravesar los muros invisibles existentes.

Otra paradoja, la trae consigo la tan discutida “integración del sur”, en la cual países hermanos como Venezuela y Colombia establecen políticas de acercamiento y protección para sus connacionales, sin embargo, en estas zonas la desidia ha sido sistemática evidenciada en la falta de políticas públicas de desarrollo en integración fronteriza en ambos países.

Algunos pensarán que la única problemática fronteriza es el contrabando como hecho ilícito, sin embargo, no es así, porque se agrega el tema humano, el que requiere de políticas urgentes para establecer un diálogo de paz, en el caso colombiano ya están sintiendo como la pobreza del migrante venezolano agudiza la ya existente en su territorio, generando conflictos de todo tipo. Y en la cual la deportación no debe ser la única alternativa de solución.

El contrabando es de vieja data y son cómplices los propios Estados, a través de la mirada permisiva del funcionario corrupto que permite tales acciones, en el caso de la emigración efectuada como oportunidad de cambio económico y social es una novedad que debe tener un tratamiento diferente, actual y en sintonía con los nuevos tiempos que vivimos, en la cual se requiere estrategias gubernamentales que establezcan el diálogo humano.

Porque hoy ya no son solo los ancianos, mujeres y niños que sufren el impacto social migratorio, también hay jóvenes, incluso profesionales, que se han ido a territorio colombiano en la búsqueda de progreso, sin embargo, lo que han encontrado es explotación y humillación de su condición desesperada. Las cifras de jóvenes universitarias que llegan a las localidades de Maicao, Uribía, Riohacha, Valledupar, Barrancas, Fonseca, Albania, los nes de semana y feriados para prostituirse es alarmante, también lo es la cantidad de esas personas que duermen en plazas por no tener para sufragar espacios de pernocta. El camino que sigue para esta realidad debe ser crear condiciones para el diálogo social y humano.

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