Diálogo de verdad, por Francisco Arias Cárdenas
El origen griego del vocablo diálogo nos remite a la razón y la inteligencia: palabras que se intercambian, ciencia (logos) del discurso. Es el arte del diálogo, la dialéctica construida por Platón como la oposición lúcida de dos postulados, de la cual debe surgir una propuesta elevada de interpretación del mundo, “una verdad iluminada”.
Y es que son humanas las divergencias sobre temas fundamentales, tales como la forma de gobernar y los modelos económicos. En consecuencia, el diálogo que se precie de tal, no puede tener como premisa la eliminación del contrario, tal como plantean los que colocan como objetivo del mismo –por encima de hallar soluciones al problema económico– la salida del presidente Nicolás Maduro.
Lo que sí es innegociable es el respeto absoluto a principios éticos superiores a todo interés egoísta: debe haber un acuerdo sobre la preeminencia del bien común de los venezolanos, de superar la crisis económica en paz y con plena soberanía de la nación bolivariana. La reunión reciente realizada en República Dominicana –respaldada por Unasur– entre representantes del Gobierno Bolivariano de Venezuela y de la oposición, es una buena señal.
Los mediadores internacionales reconocen el deber y el derecho que nos asiste a los venezolanos para definir nuestro destino, dentro de la convivencia institucional, sin injerencia extranjera. La eliminación del otro (el revocatorio inmediato que exige la MUD para sentarse a la mesa) es la negación descarada y descarnada del diálogo mismo: es un monólogo cuya única expresión, el único parlamento, es la obsesión y la ambición de obtener el poder a cualquier costo.
El diálogo real entre el Gobierno y opositores es fundamental para retomar la paz en nuestro país. La oposición que ame a Venezuela debe asumir una actitud propositiva y sumar acciones para terminar con la guerra económica que tanto está afectando a nuestro pueblo. Es vital apartarse del extremismo, que es la oscuridad, y lo que buscamos es la iluminación: el bien común en justicia y paz.
