El diario plural del Zulia

En defensa de la MUD, por Énder Arenas Barrios

El 2015 fue un formidable año para la oposición y la MUD, su triunfo electoral en las parlamentarias significó el cambio de la mayoría electoral y nos avisaba de las transformaciones político-culturales que se producirían, en el sentido de que estábamos en presencia de “la vuelta a la política”; es decir, de la recuperación de la política como mediación para la recuperación de la “oposición de la oposición”, que reconociera la tarea gigantesca realizada por la MUD, tarea increíble, pues la MUD y la democracia se hicieron sinónimos, desplazando la concepción de política de Chávez que se impuso como dominante y que vinculó su nombre de manera orgánica a lo que él mismo llamó democracia participativa y protagónica, que no fue más que un proceso de transición a un régimen autoritario y que produjo el exilio de la palabra partidaria en Venezuela.

Pero no fue así, lamentablemente. A la MUD se le regateó ese mérito y al contrario se le ha enrostrado cualquier anatema que se le ocurra a los amigos de la veredita, de la impaciencia y de los gorilas.

Lo que la MUD ha liquidado es nada menos que el clima y la atmósfera que se instaló en el país que pasaba porque el Gobierno operaba con la certeza de quedarse con el control global del país casi para siempre y de la oposición, donde sectores significativos de ella, hacían pasar la salida del chavismo por una que otra combinación con los militares o a través de la confrontación violenta.

Pero, además, la MUD ha tenido otro enorme valor que no ha sido reconocido por el francotirador de la “oposición de la oposición”: se ha enfrentado al deslave institucional que el régimen chavista produjo desde 1999 y que se ha concretado con el madurismo, como, el intento más perverso de la destrucción autoritaria de la sociedad política y de sus referentes más importantes: los partidos políticos.

La MUD recreó la palabra partidaria que Chávez la había marginalizado. La trajo de vuelta de nuevo. Puede decirse que su discurso estuvo y está lleno de limitaciones, que ha sido dominado por la inercia temática y la desorientación defensiva en más de un caso, pero no se puede negar que su acción política evidenció la presencia opositora como una alternativa ciudadana de poder y ha empujado al régimen, después, del 2015 y aún con los desencuentros del 2016, a una crisis que asume la forma de colapso.

Para concluir, por los problemas consabido de espacio, la MUD ha definido una política, que pasa por la instalación de nuevo de la palabra partidaria como expresión inequívoca que sin ella no hay posibilidad de democracia y se ha convertido, a pesar de sus críticos, en el referente político de una sociedad que no tenía claro referentes para construir una imagen de sí misma.

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