El diario plural del Zulia

Constanza, por Humberto Rivera Orozco

Con motivo de la celebración del 67 aniversario del hospital universitario de Maracaibo, cuya celebración me dedicaron, se realizaron unas jornadas medicas a las cuales asistí y entre a una sesión donde una eminente Neurólogo pediatra la Dra. Freda Hernández de Paris describió las diferentes fases por las cuales pasa un niño desde que nace, su evolución física y mental; lo cual me cautivo y fascino porque cuando nacieron mis hijos yo estaba muy ocupado en mi desarrollo profesional y puse poca atención, mi esposa Carmen había guardado unos apuntes de esta materia que me había copiado de la clase que dicto el Dr. Maíz Vallenilla mientras yo estudiaba y por eso tenía poco conocimiento pero ahora me he interesado mucho porque estoy criando a Constanza mi última nietecita cuya viveza sobresale el estándar normal de los niños y sobrepasa mi facultad de acompañarla.

Cuando nacieron mis hijos yo era muy joven y estaba muy ocupado y Carmencita con esa nota que había guardado de la evolución de los niños desde que nacen y siguiendo este esquema ella sabía cuándo vacunarlo, la fecha que le salían los dientes, cuando fijaba la mirada y todos los pasos a seguir; nada de eso me interesaba porque todo mi tiempo era empleado en mi desarrollo como médico.

Lo diferente ahora es que mis ocupaciones no me abruman tanto como antes y ahora si tengo tiempo para ver todos los detalles que han acompañado a Constanza en su desarrollo durante todo este tiempo que está llegando al año.

Ahora ya me mira, me oye, pero no pone cuidado y hace lo que le da la gana y disfruto de esta situación. A veces me rebasa de cariño y otras me abruma y se pone altanera. Queríamos que caminara y ahora que camina ha creado otros problemas porque es necesario alguien que esté detrás de ella porque se sube y se baja de los muebles y todo lo bota.

Para controlarla la metemos en un corral que parece un cajón y la mayoría de las veces se encajona entonces o la sacamos o rompe el corral. Pero no todo es molestia pues la hemos enseñado a hacer ojitos, abre y cierra los ojos con admirable gracia. Su rápido pestañar lo comparo con el relámpago del Catatumbo que alumbra, pero no truena. Ya atiende y entiende, pero no me hace caso.

Pero con todo lo que digo y refiero esta niña ha venido a compensar mi vida después de la muerte de Carmen hace 15 meses.

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