El diario plural del Zulia

Capitalismo anómico, por Roberto Hernández Montoya

Y anímico, anémico, tracalero. O sea, que se rascó la policía.

Uno detestaba sanamente a de Gaulle, a Churchill, a Betancourt, pero tenía que convenir que eran gente de estatura intelectual y a veces, hasta moral porque entendieron que en política no se puede hacer nada sin un mínimo de probidad y aptitud. Hay que ganar guerras, defender los intereses de la burguesía y todo eso exige un mínimo de competencia. Ahora tenemos a Berlusconi, a Sarkozy, a Obama. Para no hablar de los de aquí, como uno que fue presidente de lo que queda de la Asamblea Nacional y que ya se me olvidó —a mí, que nada se me olvida—. Ni del nuevo, cuyo única singularidad es ser un embustero compulsivo porque mérito no se le halla. Yo al menos. Si sabes de algo avísame. Abajo está mi identificación en Twitter.

Es que este capitalismo “posmo” es así, y por eso tiene el mundo como lo tiene. Te recomiendo el testimonio de la Hna. María Guadalupe Rodrigo, sobre su sobrevida en Alepo, Siria. Busca su nombre en Google y encontrarás. Te sugiero tener Primperán a la mano. Entierran niños vivos delante de sus madres, o sea, quienes hacen eso están luchando por la democracia, obvio. No tenía ni que decirlo, porque seguro ya te habías dado cuenta, sobre todo si ves CNN o algún otro medio igualmente veraz. Aquí ya uno descuartizó a una mujer.

¿Hay gente en Venezuela dispuesta a hacer lo de Alepo? No sé, di tú primero.

Émile Durkheim definió anomia como: un estado sin normas que hace inestables las relaciones del grupo, impidiendo así su cordial integración. O sea, que se rasca la policía. Hay anomia cuando se donan medicinas vencidas para mostrar su solidaridad por la penuria farmacéutica, que quienes donan crean. Anomia, o sea. Sadismo.

Nicolas Maduro está fajado superando con éxito todo esto y esta gente graduada en Harvard paraliza tarjetas de débito y de crédito, esconde billetes, esconde comida, esconde todo, intenta provocar saqueos y desórdenes, tensa guayas para decapitar gente y después habla de “el tal muerto de la guaya”.

¿Habrá en Venezuela una hermana sinceramente cristiana que denuncie esas cosas como sor María Guadalupe? Es por una duda que tengo.

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