El diario plural del Zulia

Así como Miranda, por Francisco Arias Cardenas

Para orgullo nuestro, el 28 de marzo de 1750 nació en Caracas Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez, “el venezolano más universal”, al decir de Bolívar, emblema del compromiso con los ideales que trasciende los límites geográficos y humanos, en el plano de las ideas y en el terreno de batalla, pues combatió en los tres grandes movimientos emancipadores del siglo XIX: las revoluciones norteamericana, francesa e hispanoamericana.

Miranda, el precursor, es el único nombre del continente americano inscrito en el Arco de Triunfo de París, es sinónimo de amor al saber, al estudio, a la libertad fundamentada en la justicia y en el respeto a los derechos del otro. Apóstol de la difusión del conocimiento, sus méritos fueron reconocidos por Washington, Napoleón y los que tuvieron la fortuna de coincidir con él en su espacio y tiempo.

Luego de dos siglos, contrasta agudamente, dolorosamente, el ejemplo de vida de Francisco de Miranda con las actuaciones de una minoría política que traiciona a la Patria, cuando desde sus curules en la Asamblea Nacional aplauden la posibilidad de una intervención extranjera en Venezuela. Pero a este bochorno, lo supera con creces la inmensa, gran mayoría de compatriotas, y de hermanos más allá de las fronteras políticas, que con plena conciencia bolivariana asumen la defensa de la soberanía nacional y de la paz, por encima de las diferencias partidistas y de visión del mundo.

Consolidó la primera independencia

El almirante en jefe Francisco de Miranda murió en prisión, lejos físicamente de su tierra natal, pero su obra y pensamiento quedaron sembrados y echaron raíces y frutos en su propia patria: suya es la visión de la Gran Colombia, y su ideal político inspiró a toda la generación que consolidó la primera independencia, desde el Caribe hasta el Cono Sur. Hoy Miranda vive en todos los que estamos comprometidos con el renacimiento del bolivarianismo, que es lucha por la felicidad del pueblo, en justicia, libertad y paz.

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