El diario plural del Zulia

Apertura de la frontera, por Rubia Luzardo

Volver a encontrarse es el clamor de muchas familias separadas por el cierre fronterizo aplicado por el Estado venezolano desde hace más de 6 meses y, es que su principal objetivo fue contrarrestar el contrabando de combustible y extracción de alimentos hacia el vecino país, situación no lograda ya que la venta de gasolina venezolana en territorio colombiano de forma ilícita aún se mantiene.

Así como los alimentos, incluso los distribuidos por la red gubernamental se ofrecen de forma abierta en los comercios colombianos y quienes hemos tenido la oportunidad de transitar por la frontera y pasar por Maicao, Uribia, Riohacha y otros caseríos circunvecinos somos testigos de esta realidad.

Entonces nos preguntamos para qué mantener una política de cierre si su propósito inicial no se alcanzó en el tiempo, ¿a quiénes beneficia realmente esta medida? ¿Cuáles son los intereses ocultos? Los pobladores en frontera tienen sus propias respuestas y teorías acerca de este caso, todo su conocimiento colectivo expresa y siente que ellos son los más afectados y vulnerados en sus derechos humanos fundamentales, como el libre tránsito y comunicación efectiva entre sus coterráneos.

Lamentablemente esta medida se aplicó en un tiempo de crisis social y humana para la Guajira toda, porque como deben tener claro el territorio guajiro como tal existió antes de la creación de los Estados colombiano y venezolano y la línea limítrofe fue impuesta de manera arbitraria sobre sus habitantes, así que culturalmente estos se niegan a dividirse entre ciudadanos colombianos o venezolanos y contrariamente se reconocen como nación wayuu, aspecto complejo que no han comprendido aún los Estados respectivos y, como bien se sabe no se puede gobernar si no se conoce la realidad local y sus complejidades.

Así que los problemas de sequía, hambre, desnutrición y deceso injusto de los niños y ancianos se han agravado en los últimos meses en la guajira, convocándonos a todos, particularmente a sus gobernantes a dejar los egoísmos y abocarse a la protección social de los derechos humanos de los pobladores fronterizos que a fin de cuenta son los más afectados con la medida de cierre.

En nuestra región, se espera por la activación del libre tránsito para la frontera en la búsqueda de resarcir el daño ya efectuado a tantas familias venezolanas particularmente a la etnia wayuu. En todo caso, lo ocurrido en frontera debe servir de experiencia para futuras decisiones gubernamentales. Ahora, se impone activar la política oficial, las potencialidades de la Guajira y la integración de esfuerzos con el Estado colombiano.

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