El diario plural del Zulia

Altas expectativas y dura realidad, por Manuel Ocando

Las expectativas son utilizadas en las organizaciones políticas como una herramienta de motivación para el logro de metas. La definición de expectativa hace referencia a la espera, la ilusión que tienen las personas, resultado de una acción realizada por ellos o de un suceso. En aspectos más operativos, la expectativa es ideal para ayudar a motivar, con la finalidad de que se pueda poner todo el empeño y dedicación en la consecución de unos objetivos, con la esperanza de recibir algo a cambio.

Existen muchas formas de crear expectativas, pero esta no tendría éxito si no se cumple lo prometido o si lo que se ofrece no es lo que esperaba. Ciertamente podemos afirmar, que si lo que se ofrece no se corresponde con lo que se entrega se produce una brecha que acostumbramos llamar insatisfacción y un cliente insatisfecho no repite en la compra. Esta es la razón de la profunda decepción que sienten por los dirigentes de la MUD quienes conforman el sector oposición en Venezuela. La dirigencia opositora de la MUD creó unas altas expectativas a la mayoría opositora que luego no cumplió y por eso se siente decepcionada y defraudada. La decepción ha sido el sentimiento resultado de la insatisfacción, que surgió cuando no se cumplieron las expectativas prometidas, que era salir del gobierno de Maduro y cambiar la dura realidad que atraviesa el país.

Para evitar esta situación de decepción debemos siempre encontrar un equilibrio adecuado. Ahora bien, el problema de encontrar el equilibrio adecuado entre, por una parte, unas altas esperanzas y expectativas y, por la otra, una realidad dura y difícil, se aplica en general a todas las situaciones en las que uno se plantea un objetivo. No hay una técnica sencilla con la que se puedan identificar las metas más realistas y capaces de inspirarnos, pero el psicólogo Richard Hackman escribe que, el mejor lugar en que puede uno encontrarse para aprovechar la máxima motivación posible es aquel en el que tenemos una probabilidad de éxito de 50 por ciento.

Jim Collins en su libro De buena a grandiosa, cuenta la historia del almirante James Stockdale, el prisionero norteamericano de más alto rango en la guerra de Vietnam. Conocido por su inquebrantable carácter y su capacidad de resistencia, Stockdale definió las dos características más destacadas de los prisioneros americanos con más probabilidades de sobrevivir en las atroces y crueles condiciones de las prisiones vietnamitas. Eran los que, en primer lugar, afrontaban y aceptaban plenamente el duro hecho de la situación en que se encontraban, en lugar de quitarle importancia o tratar de ignorarlo. En segundo lugar, nunca dejaron de creer que algún día saldrían de allí. Dicho de otro modo, si bien no trataban de rehuir la dura realidad de su situación, tampoco perdieron nunca la esperanza de que al final la superaran. Por el contrario, tanto quienes pensaban que nunca llegarían a salir de allí como quienes esperaban salir en un período de tiempo exageradamente corto eran quienes menos probabilidades tenían de sobrevivir.

En la Venezuela actual debemos aceptar la dura y difícil realidad que sufrimos y padecemos producto de los estragos de una grave crisis generada por la incompetencia y el desgobierno, pero también es necesario cortarle las alas a la desesperanza y a la desmotivación pensando en forma positiva, de manera espiritual, para mantenernos fuertes y unidos en la lucha por salir de esta horrible situación y construir un mejor país. Alentando una visión esperanzadora y positiva de un país que merece ser rescatado y reconstruido a corto, mediano y largo plazo.

Escoger esta manera de pensar nos permite recuperarnos de los contratiempos rápidamente y caminar seguro hacia el objetivo de cambio que la mayoría de los venezolanos anhelamos.

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